Hace unos días, si a alguno de los presentes, aunque sobre todo a Garfio o a Peter Pan, les hubieran dicho que iban a colaborar para salvar a una Darling, se habrían reído en su cara. Ninguno de ellos habría imaginado jamás que el pirata sería rescatado por el muchacho para ir en busca de una insolente y desesperante mujer poseedora del apellido que había odiado durante años. Pero a pesar de la ironía, Garfio avanzó por cubierta, ignorando por completo al muchacho, sin importarle que su mayor objetivo era abandonar definitivamente Nunca Jamás y matar a Peter Pan.
El chico, acompañado de su fiel amiga Campanilla, apenas podía creer que le hubiera pedido ayuda. A pesar de haber creído que podía lograr la libertad mediante la joven Lottie, nunca habría imaginado que el interés por ella pudiera ser tan fuerte. Y si él estaba asombrado pese a sus sospechas, qué decir de Campanilla. Aunque a Peter Pan no le extrañaba la reacción de la pequeña hada. Al fin y al cabo, le guardaba un especial rencor al pirata.
Mientras Peter luchaba contra tres piratas al mismo tiempo, Garfio empezó a avanzar por cubierta dando estocadas a diestro y siniestro. Antes de llegar a cubierta, se había detenido en su propio camarote. Había escuchado a Lottie gritar desde allí, y antes de subir prefería asegurarse que no se encontraba en lo que antes fuera sus propios dominios. Además, necesitaba una espada para poder combatir. Al llegar, lo primero que vio fue una improvisada arma en el suelo, y al no reconocerla dedujo que la pequeña víbora se había defendido con uñas y dientes. Esbozó una sonrisa antes de coger una de sus espadas, darse la vuelta e ir en su busca.
En cubierta todo era un completo caos. Todos sus hombres luchaban contra sus enemigos de siempre, estaba acostumbrado a ver esa escena. A lo que no estaba acostumbrado era a ser contra el que luchaban. Garfio reaccionó al instante al percibir la espada que caía sobre él, y pronto se vio blandiendo su arma contra cuatro hombres al mismo tiempo. Pese a lo extraño de la situación, Garfio tenía una clara ventaja; conocía a cada uno de los hombres contra los que combatía y sabía sus movimientos antes de que los efectuaran. Por no contar que estaba desesperado por abrirse paso y encontrar a Lottie cuanto antes mejor.
Sus hombres seguían interponiéndose en su camino cuando escuchó el grito de Gary por encima del acero de las espadas. Peter Pan, en el aire junto a Campanilla, se había detenido y miraba hacia un punto concreto. Un punto que Garfio reconoció al instante y logró que su sangre se helara. Se incorporó cuanto pudo al ver que su antigua tripulación se detenía. No fue hasta entonces que pudo ver lo que sucedía a metros de donde él se encontraba. Sus ojos se encontraron con los de Lottie. Atada sobre la madera por la que había hecho caminar a millones de hombres antaño. Gary la amenazaba con una espada mientras con su mano libre sujetaba al pequeño mocoso que había visto la primera vez volar hacia la joven. Garfio frunció el ceño con preocupación al reconocerlo como el hermano pequeño de Lottie; Thomas.
Antes de poder pensar en algún plan siquiera, Gary había soltado al pequeño y golpeado con el pie la tabla que mantenía en pie a Lottie. Su corazón se saltó un latido cuando la vio perder el equilibrio y caer al agua. La joven había gritado el nombre de su hermano, y sabía por experiencia anterior ―cuando luchó con él en la cueva―, que Peter Pan rescataría al pequeño antes a petición de ella. Con un grito furioso, blandió su espada desesperado por abrirse camino y sacar a Lottie del agua antes de que se ahogara.
No podía morir. No dejaría que sucediera. Tenía que llegar hasta ella a tiempo.
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El agua cubrió a Lottie por completo en cuestión de segundos. Estaba fría, pero por suerte, al menos sus ropas eran ligeras y no ayudaban a que se hundiera más deprisa. Por desgracia, esta vez las ataduras las habían hecho a conciencia, y por mucho que se removió en el agua, lo único que logró fue parecer un gusanito hundiéndose. Después de haber avanzado un par de metros en el agua, desistió en sus intentos por llegar de nuevo a la superficie. Debatirse de tal modo estaba consiguiendo que se cansara antes y, por consiguiente, ahogarse más deprisa.
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Garfio
Random"Hace falta mucha fe, confianza, buenos pensamientos y polvos de hada para hacer creer en la magia a alguien que ha perdido la fe..." Charlotte Darling tiene 18 años recién cumplidos y un problema que parece incapaz de resolver. Su padre quiere casa...