Capítulo 24- Más allá de la luz y la oscuridad

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Estando tan cerca de su anhelado reencuentro, solo le quedaba un muro el cual derribar.

Un muro repleto de escamas, dientes afilados y un temperamento agresivo, capaz de aniquilar todo a su paso.

El viento aciago golpeaba la cara de Berk al observar hacia aquel profundo abismo, había llegado al acantilado de Baltra.

Luego, también, le dio un vistazo a su alrededor. Un puente a su derecha mostraba su vasta amplitud.

—El puente de Arqués... es lo que separa nuestra nación del reino de Astralvania.

Dicha estructura media aproximadamente unos 15 metros de largo.

—¿Y bien?, ¿ahora qué? —le preguntó Balak, escondido bajo su manto de invisibilidad

—Seguiremos un poco más hacia la izquierda.

Berk fue en esa dirección y al llegar hasta cierto punto, otra vez se detuvo.

Este analizó el área montañosa que tenía enfrente.

—Aquí es.

—O-oh...

—Balak, tú de seguro ya sabías que los dragones son criaturas muy territoriales, ¿no?

«—Comprendo. Es por ese puente, ¿eh? Qué considerado eres —pensó Balak».

—... Es tiempo.

El suelo empezó a temblar, y entonces Berk fue rodeado por un resplandor blanquecino.

«—Con esta cantidad de energía Greil... al ser los dragones tan territoriales saldrán en defensa de su guarida. ¡Eres una gran amenaza! —comentó Balak para sus adentros».

Un estruendo se escuchó, era el rugido de una bestia enorme.

Esta salió volando, pero Berk de un gran salto la alcanzó y con una sola patada la hizo caer.

—... ¿A dónde crees que vas?

El muchacho del abrigo negro en un parpadeo se trasladó a una distancia prudente de su enemigo.

Aquella criatura tenía sus alas posicionadas en «X»

Balak estaba viendo todo desde el cielo:

—¿Huh...? Esa lagartija se cubrió, es muy lista.

El dragón hizo batir sus alas, y mandó a volar todo a su paso.

Berk se cubrió el rostro con su brazo y aguantó la fiereza del viento.

El leve resplandor blanco en su Halo Greil empezó a tener más brillo.

—¡Espadas del alba!

Cientos de espadas luminosas fueron en contra del Kaiser, pero como si fuese un látigo, uso su cola y las destrozó.

Dando otro poderoso rugido, una incandescente esfera de fuego púrpura se formó en su boca.

—¡No te dejaré!

Berk sacó las espadas que llevaba bajo su abrigo mientras corría.

—El más veloz de los elementos... —dijo Balak.

El muchacho del abrigo negro golpeó la parte baja de las fauces del dragón con una patada, y eso provocó que el propio ataque de la criatura le estallase en la boca.

El Kaiser soltó un agudo quejido y se desplomó en el campo de batalla.

Berk se impulsó con sus pies hacia las alturas.

La fuerza de la gravedad llamó a su cuerpo, dándole más poder al tajo.

—¡¡Tu cuello es mío!!

La bestia no tuvo ni tiempo para reaccionar, su cabeza solo rodó...

Ocre: la travesía de un guerrero enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora