Las noches en el norte del reino de Ocre suelen ser frías, pero más en la época de invierno. En la villa de Zefra, las tabernas eran el hogar perfecto para cualquiera dispuesto a entrar en calor.
En unos de estos locales, cierto chico de cabello violáceo y orejas puntiagudas mantenía una gran conmoción. Personas dentro le hacían rueda, mientras este vociferaba:
—¡Vengan, acepten el desafío y llévese el doble de lo que invirtió! ¡Vamos, acérquense y aprovechen!
—¡Yo acepto! —dijo un hombre vestido con un abrigo de cuero color marrón.
—¡Bueno, aquí tenemos un concursante! ¡Ahora veremos los que nos tiene que ofrecer!
—Bien, ofrezco trescientos cincuenta Croix de oro y cien de plata —declaró el hombre del abrigo con una voz que denotaba mucha confianza.
—¡Oh, este generoso caballero ha ofrecido una suma impresionante!
—¡Podemos empezar ya! ¡Quiero de una vez el doble de lo que invertí en mis manos!, ¿Cuál es el desafío? —inquirió impaciente aquel hombre.
—¡Ya veo, estás con muchas ganas de comenzar! Pues... ¡el desafío consiste en que jugaremos a lanzar dardos!
El chico apuntó con su dedo índice hacia un círculo de color blanco pegado en la pared. Este poseía en su interior otros círculos, cada uno iba disminuyendo su tamaño hasta llegar al centro donde se encontraba el más pequeño que era de color negro.
—¡El que se aproxime más al círculo del centro gana! ¡Vamos, traigan los dardos! —ordenó el chico de orejas puntiagudas.
Aquellas ordenes no se harían esperar, una rubia voluptuosa con ropas provocativas se aproximó con una bandeja, y encima de esta se hallaban los dos dardos.
El hombre del abrigo lanzó primero y dijo:
—¡Sí, dos círculos antes del centro! ¿Superarás eso mocoso?
El chico de cabello violáceo tomó su dardo, aguardó un momento antes de disparar, entrecerró sus ojos y respiró profundo.
—Nadie me puede ganar... en mi propio juego... —musitó el joven—. ¡Visión... perfecta!
1
Después de horas, aquel chico de cabello violáceo salió de la taberna. Ya era más de la media noche, este caminaba con una gran sonrisa por las calles solitarias e iluminadas por la luz de los faroles. Vestía con un abrigo negro, una camiseta azul de seda por dentro, un pantalón y botas negras.
Este llevaba una bolsa hecha de cuero en la mano derecha que lanzaba continuamente hacia arriba y volvía atrapar.
—Hoy gane muchos Croix... ¿en que me los debería gastar...? —dijo, y metió la bolsa en el bolsillo de su pantalón—. Bueno, luego decidiré en que me lo gastaré. ¡Ja! ¡Esos tontos nunca podrían vencerme!
Otra persona que caminaba en dirección contraria, chocó con el chico de cabellera violeta. Aquella era un poco más pequeña que el chico de orejas puntiagudas y llevaba puesta una capucha con capa de color blanco.
—¡Hey, fíjate por donde caminas!
El encapuchado no contestó, solo siguió caminando como si nada.
—¡Hey, es contigo!, ¡¿qué no escuchaste?!, ¡oye, acaso no escuchas! —siguió el joven de orejas puntiagudas—. ¡Maldición!, esta gente no sabe acaso que uno no puede andar así de distraído en las calles.
«—No sabes cuándo te puedes topar con un loco por las calles, un violador, o un ladrón de guante blanco que te robe sin darte... cuenta... —dijo, y se revisó los bolsillos del pantalón—. ¡¡Mis Croix!! Ese encapuchado... ¡Alto ahí, ladrón!
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Ocre: la travesía de un guerrero enamorado
FantasíaEsta historia no es más que el anhelo de una persona. El anhelo de alcanzar lo más preciado en su vida y poder tenerlo consigo de vuelta. Sin importar que tan dura sea la prueba, se abrirá camino y no descansará. Esta es la travesía de un guerrero...