Capítulo 23- Kizuna (Parte 2)

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Habían pasado 13 años...

13 años, desde nuestro primer encuentro.

En aquel entonces, estaba sobre mis veintidós y sentía que cada instante que pasaba junto a ella era un sinfín de emociones gratificantes que contagiaban a mi corazón día tras día.

—¿Harald...? ¡Harald, oye! ¿Me estás escuchando?

—¿Huh? Perdón, ¿dijiste algo, Ai?

—Cielos. El día de hoy andamos muy distraído, dime, ¿te ocurrió algo?

Ella me quedó viendo con una ceja levantada.

—Bueno, supongo que es por tu peinado.

Aquella vez, luego de mucho. Ella, Aina Kurogane, llevaba aquel peinado.

«Ese era... el peinado de la niña que me enamore».

—¿Te refieres a la cola? Oh, ya veo...

Aina se sonrojó y empezó a tocarse su largo cabello negro.

—Lo había llevado por muy buen rato suelto, así que... quería cambiar de imagen para variar. Pero, ¿y tú...? ¿Por qué sales con eso tan de repente?

—Solo diré que te ves tan linda con ese peinado, y bueno, me hizo recordar la vez en que te conocí —le dije con sinceridad.

Aina me quedó viendo con esos ojos negros tan vivarachos que tenía.

—... Vaya, vaya. Por lo menos alguien aquí ya es un guerrero decente en su esgrima —mencionó, mostrándome al final una sonrisa traviesa.

—Ouch, eso fue bajo.

Ella se rio mientras cubría su boca con la palma de su mano.

—De acuerdo. Todo ese esfuerzo dio sus frutos, «Señor As del mejor gremio del reino».

—Eso último me sonó a sarcasmo, ¿acaso te estás burlando de mí?

—No, qué va —sonrió—. Tan solo digo de eres alguien sorprende, Harald.

Aina me dio unas suaves palmadas en la cabeza.

Ese día estuvimos sentados en una banca. Solíamos visitar juntos aquel sitio cercano al museo de la villa, pues era bastante apartado. En otras palabras, nos brindaba la privacidad adecuada que necesitábamos como pareja.

—«Ayudar a los demás, sin importar que», ese es el lema del Lucero Del Alba, ¿cierto? —comentó.

—Sobre eso. Es algo que me inculcó mi padre desde muy pequeño.

—Mmm... Comprendo. Ahora entiendo porque Subaru decía que se convertiría en un, «héroe justiciero».

Rasqué mi cabeza y reí un poco ante el comentario.

—Si, Subaru solía decir eso. Aunque, a veces todavía se le sale. Y bien, que más te digo. Nos hizo conservar nuestro medallón de Escram Rango Ocre, porque según él, le daría un toque de dramatismo a nuestro gremio.

«—"Somos Escram ascendidos a Rango Diamante, pero nos identificaremos con nuestros medallones de Rango Ocre. Ya verán las caras que pondrán nuestros oponentes. ¡Digno de Héroes!"». Y eso fue lo que dijo.

Aina parecía estarse divirtiendo.

«Amaba esa expresión tan alegre en su rostro».

—Es el menor del grupo, ¿no?

—Así es —le dije, dejando escapar a su vez una leve risita—. Solo un año menor que Regulus y yo. Y tres años menor que Lars y Cattleya.

—Hablando de ellos, ¿has sabido algo?

Ocre: la travesía de un guerrero enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora