En la cueva, adentrándose en lo desconocido. El ensombrerado avanzaba con su antorcha. Algunas partes de las paredes estaban cubiertas de moho, en otras, había ciertos grabados extraños.
Más adelante, pudo apreciar una luminosidad misteriosa que se hacía cada vez más fuerte con cada paso que daba.
Al final, llegó a la orilla de un lago cuyas aguas brillaban intensamente. Se acercó y observó su reflejo en el agua. Quedándose por un momento así, dijo:
—Aguas brillantes de color azulado que me recuerdan a su mirada... —mordiendo su labio inferior, sintió como si algo lo golpeará por dentro.
Después de revisar con más detenimiento el área concluyó que no tenía nada más que hacer allí y dándose la vuelta solo le tocaba regresar por donde había venido.
Antes de llegar a la parte de la cueva cuya luminosidad del lago no lograba alcanzar. Fue obligado a ver atrás casi al instante, debido a que la luz que lo había estado iluminando todo este tiempo, se extinguió.
Nuevamente caminó con su antorcha hasta donde debía de haber estado el lago, pero no quedaba nada.
En ese momento. Un pequeño temblor sacudió la cueva y un viento lo suficientemente fuerte apagó su antorcha. En la oscuridad, las escrituras extrañas en las paredes brillaron y se colocaron alrededor de él.
—¿Esto es?
Un segador destello iluminó la cueva.
1
Después que la cueva fuese iluminada, todo volvió a ser oscuro.
—¿En dónde me encuentro? ¿De nuevo... la oscuridad?
Proveniente de las sombras, se escuchó una tenebrosa voz que dijo:
—¡Enterrador! ¡Has traído lo que te pedí!
Y se hizo la luz.
El ensombrerado estaba tirado en el suelo. Reincorporándose lentamente, observó todo a su alrededor.
Cuatro gigantescos pilares eran los cimientos que sostenían un espacioso salón. Su techo estaba iluminado por candelabros y una larga alfombra roja daba hasta los pies de un trono. Y sentado en el... un individuo vistiendo una vieja túnica, un ser cuyo rostro no era más que sombras bajo una capucha.
Pero eso cambió con el encendido de dos luces. Dentro de toda esa penumbra bajo esa capucha, brillaron en un carmesí intenso.
De nuevo con aquella siniestra voz comentó:
—Un humano. Hace tiempo que no veía otro por aquí.
La criatura se levantó de su trono, media como dos metros de alto y observaba a su visitante con aquellos brillantes ojos carmesí.
—Espectro. ¿Por qué me has traído hasta aquí?
—Error, yo esperaba al enterrador. El suele venir a jugar a los dados cuando la entrada de la cueva se abre.
—El enterrador me habló sobre la cueva. Me dio curiosidad y entré. Ahora, dime, ¿a dónde fui transportado?
El encapuchado se rio al escuchar dicha pregunta. Su risa era grave y a su vez espeluznante, era una la cual difícilmente olvidarías luego haberla escuchado.
—Eres muy perspicaz, notaste el sello Greil. Este te ha transportado hasta mí. Se bienvenido a mi palacio o mejor dicho a mi prisión.
—¿Tú prisión?
Aunque su sombrero estuviese ocultando su mirada, no dejaba de observar a la criatura que tenía en frente.
—Desde hace tiempo que estoy aquí, la entrada a veces se abre, ¡Ja!, pero solo el enterrador es el único que ha entrado. Bueno, hasta ahora.
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Ocre: la travesía de un guerrero enamorado
FantasyEsta historia no es más que el anhelo de una persona. El anhelo de alcanzar lo más preciado en su vida y poder tenerlo consigo de vuelta. Sin importar que tan dura sea la prueba, se abrirá camino y no descansará. Esta es la travesía de un guerrero...