Strange Addiction - Joseph Quinn | Sebastian Stan +18

20. 𝑳𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝑮𝒊𝒍𝒍.⚡

Viernes.

⇜ Gill ⇝

—¿Quieres algo de beber? —pregunto mientras Joseph cierra la puerta de mi apartamento.

—No... —se acerca despacio y sin preguntar desliza la chaqueta por mis brazos para quitarla.

—Entonces ¿te gustaría tomar un baño? —hago lo mismo con su saco.

—¿Juntos? —me mira divertido.

—Si quieres... —juego con él y atrapó su mano para dirigirnos a la habitación.

A pesar de que fue mi idea bañarnos juntos se siente extraño, existe una sensación de libertad por llamarlo de algún modo, Joseph en ningún momento me ha presionado, ni me ha hecho sentir incomoda, cuando veníamos en su auto dudé por un momento en insinuarle lo que quería hacer por el temor de que tome a mal mis acciones o mis deseos. No somos adolescentes, conocemos perfectamente lo que nos gusta y lo que no, adoro la forma en que solo con nuestra mirada nos entendemos.

—Voy a quitar mi maquillaje, dame un momento —Joe recorre la habitación observando los detalles.

—¿Por qué no hay personas en las fotografías? —en una esquina tengo un pequeño mural, la mayoría de los lugares son aquí en Londres.

—Me gusta conservar la vista, tiene más sentido para mis recuerdos cuando no hay rostros que los invadan.

—Buen punto... —sigue observando —¿eres tú quien toma las fotografías?

—Si —mientras el merodea me quito el pantalón —¿me estás evaluando?

—Me aseguro de que no seas una psicópata —mientras reímos el regresa a mi lado, se deshace de su camisa y sus zapatos con la ayuda de sus pies.

Es extraño para mi tener a alguien en mi habitación y aún más compartir la ducha, no tengo idea de cómo actuar, puede parecer la escena de una película de amor, pero hacer esto se aleja demasiado de algo romántico, o por lo menos no lo veo así en este justo instante.

—Ven aquí ¿Necesitas ayuda con el resto de tu ropa? —me mira de arriba abajo atrapándome en sus insinuaciones. Asiento y él se encarga de mi blusa y mi sostén.

Acerca sus labios a mis clavículas logrando que mi piel se erice, la sonrisa en mi cara es más evidente, se separa ubicando mis ojos de nuevo, acuno sus mejillas y me pongo de puntitas para alcanzar sus labios.

—Eres muy adorable —se ríe ante mi acción.

Bajo el agua nos besamos sin prisa, acaricio su espalda, trato de memorizar con mis manos su piel, sus besos bajan a mi cuello combinándose con la humedad, las gotas de la ducha caen directo a mi cara, no puedo abrir los ojos y eso me hace reír.

—¿Qué pasa? —se separa quitando los mechones de cabello pegados a mi frente.

—No podía abrir los ojos —me hace dar un paso hasta que mi espalda toca la pared, me estremezco, no esperaba que estuviera fría.

—Me gusta cómo te ríes —sus manos rodean mi cuello dejando sus pulgares en mis mejillas y de nuevo su mirada encuentra la mía.

—No sé qué decir —y nuevamente se me escapa una risa desviando su mirada.

—Exactamente así, lo espontanea que es —no me da tiempo y nuestros labios se unen en un delicado beso.

Todo sube de intensidad entre nosotros, mis manos recorren sus costados y su torso, de nuevo sus besos van a mi cuello, muerde por momentos y pasa su lengua saboreando cada rincón, me encanta la sensación de su cuerpo, el aire de sus exhalaciones chocando con mi piel, el agua cae sobre su espalda. Me alza hasta que mis piernas rodean su cintura.