Capítulo 1

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Blake se despertó en su palacio de hielo, sobre su cama de hielo y arropado con una curiosa manta hecha de cristales de hielo relucientes. Le encantaba ver su habitación en el amanecer, los rayos de sol entraban por las ventanas congeladas con escarcha y rebotaba en cada cristal congelado que formaba la habitación, dando colores como blanco, violeta, amarillo e incluso el azul del propio hielo compacto.

Como siempre en su rutina, se levantó para asearse en su baño, después se puso las gafas redondas con montura de metal y bajó por las inmensas escaleras de su palacio.

El palacio de White Soul era por completo de hielo, no había muchas cosas hechas de otro material a menos de que fuese imprescindible, aunque sí tenían una habitación especial para cuando una visita que no fuese del reino se quedase en el palacio, al fin de al cabo, no todos eran capaces de soportar las bajísimas temperaturas que había en ese reino.

Mientras bajaba, sus hermanos mellizos Helena y Tobías, corrían junto a él. Los adolescentes tenían quince años y siempre procuraban no pasar desapercibidos, sobre todo a ojos de sus hermanos mayores, Blake y Darío, que resultaban ser un ejemplo a seguir para ambos.

- ¡Llegarás tarde para desayunar! - Exclamó Helena.

- ¡Me comeré tus tortitas! - Le siguió su hermano Tobías.

Para cuando Blake quiso responder, ambos estaban al pie de la escalera y les quedaba poco para llegar a la cocina así que ni siquiera se molestó en decirles algo. Al llegar a la cocina estaban todos senados, efectivamente llegaba tarde a excepción de Darío. Darío era el primogénito de la familia Lawrence, estuvo por un tiempo destinado a ser el heredero hasta que con su rebeldía plantó cara a sus padres y a sus estrictas normas, abandonando el derecho al trono y cediéndoselo a Blake, el segundo hermano mayor. Al principio fue todo un escándalo, no solo por la rebeldía de Darío, sino porque Blake era beta y estaba claro que un beta no era la mejor jerarquía para un rey, o al menos eso se decía en la cultura de White Soul.

Blake se sentó junto a la silla vacía de su hermano mayor, quizás estuviera durmiendo o simplemente pasándoselo bien mientras disfrutaba de su libertad, sin embargo, salió de sus pensamientos cuando su padre, Robin Lawrence, le puso delante un generoso plato de tortitas con fresas.

- ¡Que aproveche hijo! he tenido que salvar el plato de tus hermanos golosos...

El hombre miró con el ceño ligeramente fruncido a los mellizos. Blake sonrió al ver como estos reían traviesos y de paso echó un vistazo al resto de su familia. Era graciosa la escena porque todos eran clones. Los nueve tenían el pelo completamente blanco, ojos azules, con iris que parecían estar hechos de hielo, piel blanquecina, labios ligeramente rosados y escarcha cubriendo zonas de su piel.

Su hermana Chloe, de diecisiete años, leía un libro mientras que torpemente se comía sus tortitas. Su hermana tenía el pelo bastante largo y ese día lo contenía con una diadema, después miró a Gema, la preadolescente de dice años. Esa chiquilla tenía una pubertad normal y corriente, se sentía frustrada por no tener edad suficiente para nada guay y se pasaba el día entero enviando mensajes de hielo a sus amigos, tenía media melena ondulada que apenas se mantenía peinada durante dos segundos. Finalmente miró al pequeño Darren de diez años. El niño había procedido a comerse sus tortitas con ansia utilizando por supuesto sus manos, al percibir la mirada de su hermano mayor rió y le ofreció una de sus fresas, a lo que Blake se negó para darle al pequeño el lujo de poder disfrutarla.

La madre de Blake se sentó a la mesa con un ligero suspiro, no era fácil cuidar de tantos niños.

- Blake, cariño, ¿miraste si conocías a las doncellas que vendrán al baile?

Corazón de PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora