Capítulo 2

3 1 0
                                    


Damián solía pasar casi una hora entera intentando peinar su pelo ondulado. Con el reflejo del sol, su tono pelirrojo se volvía aún mas brillante, de colores dorados y anaranjados, unos colores que quedaban terriblemente hermosos con sus ojos verdes.

Cuando terminó de peinarse frente a su espejo, rodeado de tallos y flores de muchos tipos y colores hermosos, repasó su outfit una vez más. Había apostado por añadirle a su traje de escuela un tulipán en el bolsillo y , de no ser porque estaba prohibido, también llevaría una diadema de margaritas, pero debía de conformarse.

Una vez listo, se asomó a la habitación de su hermana, Christan. Se llevaban solo dos años  y parecían mellizos, de no ser porque Damián era omega y su hermana alfa.

- ¿Ya está listo mi hermanito? - Christan se acercó con su hermosa melena suelta, tenía el pelo tan largo que le llegaba por debajo de las caderas y entre los mechones se enredaba pequeñas lianas verdes para ir a juego con sus ojos. La hermana abrazó a Damián contenta de poder hacerlo mientras que este sintió como su hermana pronto sería más alta que él, aunque no le importaba, entendía que ser omega no le permitiría crecer mucho más.

- Qué guapa estás, Christan.

- No seas tan modesto, Dami... me sonrojas - Su hermana tenía una risita de cerdo que compartía con Damián, como hermano mayor, estaba orgulloso de compartir ese rasgo - Vámonos o se hará tarde

La hermana menor creó dos manzanas que se formaron en las palmas de sus manos, brillaban tanto que sus reflejos se veían en la piel roja de la fruta. Por supuesto que Damián la aceptó y juntos fueron a despedirse con un beso en la mejilla de sus padres antes de emprender el camino hacia Adelatra.

De todos los reinos, el suyo era el más alejado por lo que siempre les esperaba un tedioso camino, aunque se pasaba rápido porque su hermanita siempre contaba anécdotas y sacaba conversación hasta de los temas más absurdos. Como estaban a lunes aprovechó para quejarse de que acababa el fin de semana y de que no quería ver a su profesora de botánica, así que Damián le escuchó encantado mientras ambos terminaban su manzana por el camino.

Cuando en el paisaje de la ventana empezaron a escasear los verdosos árboles y comenzaban a aparecer praderas amarillas, seguidas de pequeñas aldeas, supieron que estaban cerca de la ciudad y se mentalizaron para volver a separarse hasta la salida de clases. Antes de bajarse del carruaje, los hermanos se dieron un fuerte abrazo y se despidieron. Christan iría a ver a sus amigas, Damián en cambio buscaría un lugar alejado de los estudiantes durante la media hora libre que le quedaba. Sinceramente, le disgustaba tener tiempo libre antes de entrar a clase e incluso el recreo y la razón no tardó en aparecer...

Dos chicos claramente más altos que él aparecieron con la chaqueta del traje negro desabrochada y las manos en los bolsillos. No solo eran alfas, también eran más mayores, lo cuál era claramente intimidatorio para Damián.

- Te encontramos, florecilla... 

El chico más alto tenía mechas de color gris en el flequillo, sonreía con superioridad a todos y era el capitán del equipo de fútbol de Dephtawn. Se llamaba Ben Fallen y le acompañaba siempre su mano derecha, Gabriel Nickers, también del reino oscuro. Este segundo no tenía mechas pero sí llevaba la cara llena de piercings, dos en el labio inferior a la izquierda y otro en la ceja, por no hablar de nos innumerables pendientes.

Tanto Ben como Gabriel eran mayores que Damián. Mientras que ellos estaban a punto de graduarse con sus veintiún años, Damián apenas acababa de empezar a estudiar los grados superiores con dieciocho años, quizás por eso el chico siempre se dejaba humillar por ellos, porque tenía la fe en que se irían antes del instituto, o al menos eso lo llevaba pensando desde primaria.

Corazón de PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora