Capítulo 3

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Cuando Blake acabó todas sus clases fue al comedor, tomó su bandeja con el almuerzo, y se fue a la mesa de la esquina. Los alumnos de cursos más bajos solían llegar un poco más tarde al comedor así que esperó tranquilo a Damián mientras bebía su zumo de uva y se aseguraba de que no levantaba sospechas por estar solo. En momentos como ese, ser uno de los herederos no era especialmente bueno, pero había aprendido a vivir con ello, aunque tampoco quería estar mucho tiempo solo porque de hacerlo sobrepensaría el hecho de haber estado cara a cara con Arthur y eso le terminaría sonrojando la cara entera. Por suerte, Damián no tardó mucho en llegar, incluso parecía que caminaba tan nervioso y rápido como siempre, lo que le hizo esbozar una ligera sonrisa.

- ¿Por qué siempre vas con tanta prisa a todos lados? - Preguntó el peliblanco sin malas intenciones, aunque se arrepintió encuanto vio que el joven se exaltaba con la pregunta ¿que sería lo que ocultaba?

- P-por nada... solo no quería hacerte esperar mucho - Damián sonrió radiante como siempre, parecía que un rayo de sol le iluminaba el rostro al hacerlo y junto a su vocecilla daba una imagen muy adorable - ¿De qué querías hablar? - Intentó desviar la pregunta, ya había comprobado que no estaban los abusadores de Ben y Gabriel así que no tenía motivos para seguir exaltado.

Blake, al ver que debía de hablar por fin del tema, dejó el zumo a un lado e intentó ponerse un poco más serio mientras se acercaba el horrible plato de puré de patata. Mientras lo removía para que se enfriara fue hablando.

- Verás... hoy Arthur ha hablado conmigo antes de entrar a clase - Miró a Damián esperando a que dijera algo, no lo hizo, de hecho le brillaban los ojos expectante a lo que le contaba Blake. Al menos se conocían entre sí todos los herederos así que no tenía que dar detalles sobre quién era esa persona. No le quedó más remedio que continuar hablando - Parecía preocupado, de hecho, nunca le había visto preocupado hasta ahora, y... me ha pedido algo muy extraño... me ha preguntado si yo sabía mi leyenda. - En ese momento vio como la boca de Damián se abrió de golpe.

- ¡¿El heredero de fuego quiere saber tu leyenda?!

-¡¡SHH!!

Blake hizo sonrojar a Damián al hacer que se diera cuenta de su grito. El pelirrojo miró a su alrededor, había tenido suerte y nadie se había dado cuenta.

- ¿No es raro?¿No se supone que no podéis hablar entre vosotros?

- Ese es el problema, Damián. Me preocupo porque, si Arthur me ha hablado, es porque está pasando algo importante.

-¿Y no sabes cuál es tu leyenda?

Blake negó ante la pregunta de Damián.

- Mis padres nunca me la han dicho exactamente, solo me dijeron que, desde que Darío renunció al trono... mi leyenda cambió

-¿Y no les preguntas cuál es? es importante la leyenda, predicen el futuro y ayuda a los herederos a hacerse fuertes.

- Damián, en White Soul se cree que las leyendas son mentiras. 

Blake sabía que reinos como Rose Garden o Emparion eran muy supersticiosos, en cambio el reino de hielo era demasiado reacio a confiar en las leyendas del oráculo.

- Blake, pero si no te lo han dicho, pero sí la han visto, significa que es algo importante ¿Ni siquiera te interesa saberla?

El peliblanco se tensó y miró con duda a Damián. No se había preguntado eso así mismo hasta ese momento.

- Hasta ahora supongo que podía saber vivir sin ello pero desde que Arthur me lo ha dicho... tengo curiosidad. Y por si fuera poco, le he dicho que averiguaría cuál era.

Escuchó una sonrisita traviesa proveniente del pequeño.

- Entonces adivina cuál es.

- Damián, de verdad que mis padres no me lo dirán, son firmes en su respuesta.

- No hablo de averiguarlo de esa manera - Su mirada traviesa lo decía todo - Una vez me dijiste que tu hermano Darío había conseguido adentrarse en la cámara privada de Adelatra

Blake entró en pánico solo de pensar en la idea que tramaba Damián.

- Eso me dijo, pero no se puede abrir el Libro Sagrado de las Leyendas si no eres un monarca, y no cualquier monarca, tienes que ser el progenitor del heredero del que quieres saber la leyenda. Damián... es una locura lo que dices.

- ¿Y de verdad te crees que alguien tan genial como Darío, entraría en ese lugar sólo para ver el libro de exposición? - Blake guardó silencio, Damián tenía razón y eso hizo sonreír al pelirrojo antes de volver a hablar - Habla con Darío, seguro que él te ayuda. Mi hermana lo haría.

- ¿Sabes lo que puede pasar si nos descubren? ¡mis padres nunca volverían a confiar en mí! y seguramente le echarán la culpa a Darío por acompañarme.

- Blake, tu hermano ha tenido el valor de renegar al trono por su libertad, si pudieras hablar con él... te daría una solución increíble a tus problemas.

Ahora sí que estaba sin palabras. Debía de admitir que Damián tenía razón, por no hablar de que era terriblemente convincente.

Dejando la comida a un lado se frotó las sienes. Nunca tenía que haber prometido a Arthur que averiguaría su leyenda, sin dudas ahora se iba a meter en un buen problema si lo intentaba, pero el heredero de fuego parecía tan preocupado que Blake no se había podido resistir.

- Está bien, piénsatelo y después me dices qué decides. A demás, en cualquier momento podrías hablar de nuevo con Arthur para decirle que es imposible. - Damián se encogió de hombros antes de comerse las primeras cucharadas del puré, pero esa idea también hizo que Blake sintiera un escalofrío.

- Sinceramente no sé qué es peor... pedirles explicaciones a mis padres, colarme en la Cámara Secreta o tener que decirle a Arthur que busque ayuda en otro... - No lo admitiría, pero solo de pensar en Arthur pidiendo ayuda a otra persona, le provocaba una punzada de celos.

- Por ahora come, te vendrán bien energías para tomar la decisión - Damián le acercó con positivismo el plato a su amigo y le sonrió transmitiéndole bastante seguridad, después siguió hablando un poco más solo para asegurarse de que Blake tomaría una buena decisión - Piensa que Arthur no te hubiera hablado de no ser porque la leyenda dice algo importante, quizás merezca la pena intentarlo.

Blake suspiró y se comió la primera cucharada de puré. Obviamente ya estaba más que frío, pero esa era la temperatura ideal para la comida del heredero al trono de hielo.

- Damián, ¿tú conoces tu leyenda?

El pelirrojo asintió.

- Este año he cumplido dieciocho así que mis padres por fin me lo han dicho. Al parecer, mis poderes se unirán en un poder infinito que salvará vidas inesperadas, o algo así - Con desinterés se encogió de hombros - Pero no sé a lo que se refiere.

- ¿Tus poderes? pero si tus poderes no se pueden unir ¿verdad?

Damián negó tras tragar un poco de zumo.

- No, pero eso dice la leyenda, así que supongo que lo sabré cuando ocurra. De momento no estoy preocupado por eso.

Los amigos se sonrieron y ambos sintieron a la vez la calidez del contrario. Se llevaban muy bien, los dos añoraban tener una amistad fuera del instituto, pero las normas era difíciles y no podían hacer nada contra ello.

Después de esa conversación empezaron a hablar de cosas más banales, pasando el rato mientras terminaban de almorzar y riendo de vez en cuando antes de enfrentar el resto de la jornada.

Corazón de PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora