Capítulo 1: Bienvenida al juego de Conocidos Desconocidos.

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Llegué a las 3 de la mañana a mi departamento y podría decirse que no dormí nada. Me desperté a las 6:30 para salir a correr y despejar un poco mi mente porque creía que lo necesitaba. Me vestí con unos pantalones deportivos de color blanco, un top transpirable gris y unas zapatillas Nike que me encantaban de color negro y blanco. Me peiné con una coleta alta sin dejar ningún mechón de cabello suelto para que no me molestara a la hora de trotar. Agarré mis llaves, una botella de agua, mis auriculares inalámbricos para escuchar música y una taza de café junto con una dona para Pablo, el encargado de la seguridad del edificio.

—Un café negro sin azúcar y una dona de chocolate para el mejor oficial de seguridad de este edificio. —Dije mientras le pasaba las cosas a Pablo quien tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Gracias Eleonor. —Respondió mientras bebía un poco del café y comía de la dona —; Siempre digo que eres una de las mejores personas que viven aquí.

—Haces un gran trabajo al arriesgarte por cuidar a toda a la comunidad. Esta es mi mejor forma de agradecerte.

—Si algún día te mudas, todos te extrañaremos.

—Sé que sí —Bromeé—. Igual no tengo planes de mudarme por ahora, así que puedes quedarte tranquilo.

—Eso es bueno de escuchar Eleonor, todos te apreciamos aquí.

Sonreí y antes de poder responder una señora se acercó y le preguntó algo a Pablo así que decidí despedirme.

—Te veo luego, Pablo. —Dije mientras corría hacia la salida y aunque estaba un poco lejos, pude escuchar que me respondió.

Me coloqué mis auriculares inalámbricos y puse cualquier canción de mi playlist para empezar a correr. Amaba salir en la mañana porque podía ver el amanecer junto con el sonido mañanero de las aves y esto me ayudaba a despejar mi mente y pensar con claridad las cosas que sucedían.

Aún no sabía nada de Dylan y temía que le hubiera pasado lo peor. Hoy tenía que regresar a la universidad y saber que lo haría sola me asustaba un poco, ya que no conocía a nadie y Dylan era la persona que me acompañaba para todo. Se sentaba conmigo en el aula, en la cafetería, me ayudaba con la inspiración de mis escritos. Siempre fue un gran apoyo desde la primera vez que nos conocimos. Solo espero que dónde sea que se encuentre, esté bien.

****

Corrí aproximadamente 30 minutos y aunque lo detesté en el momento, era hora de regresar a casa para ir a la universidad. Lo primero que hice al volver fue dejar todo encima de la mesita de mi entrada, tomar agua, ir a mi habitación, quitarme la ropa y darme una ducha de agua fría para relajarme. Esta vez no pensé en nada, solamente era yo. Por un momento todo desapareció a mi alrededor, tenía los ojos cerrados y lo único que podía escuchar eran las gotas de agua.

Me hubiera gustado quedarme más tiempo ahí adentro experimentando esa paz que me brindaba tranquilidad y seguridad. Sin embargo, no todo lo bueno dura para siempre, y si quería llegar a tiempo a la universidad tenía que vestirme y desayunar.

Comí a la velocidad de la luz, me cepillé mis dientes, salí de mi departamento para dirigirme al parqueadero de mi edificio y justo cuando estaba encendiendo mi auto, recibí una llamada de mi madre que contesté cuando ya estaba manejando; obviamente dejando mis manos libres.

—Hola mamá.

—¡Ellie! —Exclamó con el apodo cariñoso que tiene conmigo desde que tengo memoria. Sonreí, solo ella puede llamarme así— Tardaste mucho en responder mi llamada, creí que te había pasado algo.

—Sí, lo sé mamá y lo siento mucho, pero me llamaste cuando estaba entrando al auto y voy un poco tarde a la universidad.

—Oh, entonces si quieres te llamaré luego para que conduzcas con cuidado, ya sabes, para evitar accidentes. —Dijo, y en un momento sentí que lo decía por Dylan.

Un Conocido DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora