Capítulo 12: La calma antes de la tormenta

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Nunca me gustaron los bosques. Siempre había algo en ellos que me recordaba el pasado, ese tipo de recuerdos que preferiría mantener enterrados bajo una gruesa capa de olvido. Sin embargo, allí estaba yo, caminando sobre la hojarasca húmeda y crujiente, rumbo a mi encuentro con Benjamin. Él había insistido en que era el lugar perfecto para hablar sin oídos indeseados, pero cada sombra que se movía con el viento parecía susurrar mi nombre con una familiaridad escalofriante.

—¿Por qué tenía que ser en el bosque, Benjamin? —pregunté con un tono más ácido de lo que pretendía, mientras me abría paso entre las ramas bajas.

Benjamin, que esperaba apoyado contra un árbol, se encogió de hombros sin despegar la vista de su cuaderno de notas.

—Porque aquí nadie nos puede oír, Eleonor.

Resoplé y me senté en una roca cerca de donde se encontraba. Él hizo lo mismo dejando de lado la agenda que tenía.

Nuestra relación era complicada; no éramos amigos, pero tampoco enemigos.

Podría decirse que éramos algo así como socios.

—He estado investigando más sobre la sociedad —comenzó a decir—. Al parecer, eligen a sus nuevos miembros durante fiestas de fraternidades.

—¿Fiestas? —Repetí, mirándolo.

—Si, fiestas. ¿Has asistido a alguna en los últimos meses?

—Nunca he ido a una fiesta. —confesé, bajando la mirada hacia mis zapatos.

—El 31 de octubre, una fraternidad organizará una fiesta. Es un evento grande, así que estoy seguro de que habrá muchos miembros allí. —Hace una pausa— Y puede ser una oportunidad de explorar algo nuevo para ti.

—Y...¿y qué se supone que hagamos allí? —mi voz delató un nerviosismo inesperado.

Benjamin me miró por primera vez desde que había llegado al bosque. Su mirada era seria, pero en sus ojos había un atisbo de algo que parecía casi como empatía.

—Iremos juntos, puedes ir acompañada de alguien de más confianza. vigilaremos y trataremos de identificar a los miembros de la sociedad. No tienes que interactuar con nadie si no quieres.

Un ruido sordo nos sobresaltó a ambos. Benjamin se levantó de golpe, alerta.

—Parece que no somos los únicos aquí. —Murmuró.

Mi corazón se aceleró.

—¿Crees que nos siguen?

Antes de obtener respuesta, mi celular alumbró con un mensaje. Un nudo se formó en mi estómago antes de que siquiera lo abriera.

Lo que encontré allí me heló la sangre.

Número Privado:
Observamos de cerca, vigilamos tu andar, con cada paso que das, te debes cuidar. Nos vemos en la fiesta, Eleonor.

Junto con el mensaje, había una foto adjunta. En ella, Benjamin y yo aparecíamos hablando bajo la densa cobertura de los árboles. La imagen estaba tomada desde lejos, posiblemente con un potente zoom, pues los detalles eran nítidos a pesar de la distancia.

—Benjamin. —Llamé como voz temblorosa, mientras él se daba vuelta.— Tienes que ver esto.

Él tomó mi celular y pude ver como su respiración se agitaba.

—Suficiente. Vámonos de aquí, Eleonor.

Agarró sus cosas y luego ambos caminamos rápido hasta llegar a donde se encontraban nuestros autos.

Un Conocido DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora