❪ house of the dragon fanfic ❫
❈ LEGACY ೃೀ
Naerys Targaryen, hija menor de el príncipe Aemon Targaryen y Lady Jocelyn Baratheon, hermana de Rhaenys Targaryen.
Cuando la menor de las Targaryen se ve obligada a contraer matrimonio con Ormund Hightower...
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CAPÍTULO VEINTISIETE
" bebé en camino "
Un año y nueve meses después
108 d.c.
Una pequeña brisa golpea su rostro cuando su cuerpo se expone a la luz del sol fuera del castillo, avanza con dificultad por el patio hasta llegar a la sección de entrenamientos, donde escucha el fuerte sonido de los metales chocando entre sí.
—Han progresado bastante —expresa la peliplata observando con orgullo a sus dos niños, ahora de 14 y 13 años—. Veo mejorías en varias técnicas, pero necesitan perfeccionarlas.
Thomas baja su espada y la deja caer a el suelo soltando un exhaustivo suspiro, mientras se acerca a la mujer de orbes violeta, con Jon siguiéndole los pasos por detrás.
—Me es suficiente con demostrar que podemos superarnos a nosotros mismos —dice el menor, mucho más eficaz y maduro que antes. Naerys sonríe, admirando la forma en la que persiste y no duda en seguir sosteniendo la toalla.
Entre ambos hermanos él destaca por ser el más decidido, vigoroso y apasionado, asimismo, Thomas era igual de intransigente, tenía metas claras que deseaba cumplir y ningún obstáculo en su camino se lo iba a impedir, eran virtudes similares que compartían.
—Y para mí lo es el que lo intenten —murmura ella, llevando una mano a su mejilla, donde comienza a dejar leves caricias—. Porque eso dice mucho de ustedes.
Jon sonríe y cierra los ojos por unos segundos para disfrutar del cálido tacto amoroso de su madre.
—Nuestra meta es que te sientas orgullosa de ambos —musita en un tono meloso. Thomas se acerca para poder unirse abiertamente a la conversación.
La de cabellos plateados se conmueve al oír que es motivo de sus constantes entrenamientos y excesivos esfuerzos, lo que en parte le da el sentimiento de culpa.
Ella no desea que sobrecargen su cuerpo o sobrepasen el límite impuesto por naturaleza, sabe que si algún día logran cumplir sus metas o expectativas, lo harán, pero a su debido tiempo.
—Y que no te avergüences de reconocernos como hijos tuyos —añade el mayor, tocando repentinamente el abultado vientre de la de cabellos plateados, que por instinto lo mira con recelo al sentir su toque—. Igual que al hijo que llevas dentro.
Ella suaviza la mirada y lleva la otra mano a la mejilla del rubio, Thomas sonríe y disfruta de las caricias que le proporciona en la zona.
—No me he avergonzado de ustedes; nunca —responde la mujer mirando consecutivamente a ambos—. Y tampoco lo haré, pero espero que comprendan que su posición es distinta a la que tendrá este vástago. Incluso antes de haberlo engendrado, me es imposible, por ley, reconocerlos como legítimos.
