(25) beautiful dreams

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CAPÍTULO VEINTICINCO

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CAPÍTULO VEINTICINCO

" hermosos sueños "
















Naerys observó de reojo a su esposo, él detestaba tener que compartir mesa con los recogidos, como solía referirse a ellos, de su esposa, su personalidad tan arisca no le permitía ocultarlo.

La mirada tan intimidante que les da causa en ambos un sentimiento de rechazo tan profundo que era difícil no sentirse estorbos en esa mesa.

Harwin se aclara la garganta al sentir el ambiente tan tenso.

—¿No escucharon las buenas noticias? —cuestiona su prometida, mirando atentamente a su padre. Él aparta la vista de los niños para poder verla—. Oficialmente, Alicent es Reina.

Naerys desvía la mirada, sintiendo como su pecho se contrae. No tiene nada en contra de la muchacha, al contrario, había oído maravillas de ella y estaba segura que su primo no pudo escoger mejor opción.

Pero para llegar a eso tuvo que rechazar a su sobrina Laena y ganarse el eterno resentimiento de el señor de la mareas.

Sin contar el amargo sabor en la boca, no era de su agrado tener que escuchar que su primo había tomado por esposa a otra mujer en solo tres meses de luto.

Le dolía pensar que Aemma puede ser tan reemplazable, para él, porque para ella nunca sería posible.

Pensar en el disgusto que tuvo que sentir Rhaenyra al ver que esa esposa no era nada más ni nada menos que su dama de compañía, la amiga más íntima que tenía, era tan desgarrador para ella.

—Espero que pronto de a luz a un heredero para su Majestad —añade la Hightower con una amplia sonrisa en el rostro. Naerys vuelve a sentir ese ácido sabor en la lengua. Un heredero, la principal razón por la que su dulce Aemma había muerto—. Los maestres dicen que Alicent puede ser tan fértil como hermosa.

Naerys levanta la vista al instante y mira a su esposo, ambos conectan miradas y la mujer de cabellos plateados traga saliva.

Ese era un tema bastante delicado para ellos; desde su noche nupcial Naerys había rechazado todo intento de quedar en cinta, bebiendo té de luna después de cada noche de intimidad.

Ormund debía exigirle cumplir con su obligación, y a pesar de ser un tirano despiadado, no lo hace. Respeta su decisión y la apoya, comprendiendo su miedo, al menos por el momento.

Todos en la Citadel le reprochan su falta de autoridad, acusándolo de ser débil gracias a su esposa y tener poco poder sobre ella.

A él no le puede importar menos y solo responde, excusando sus actitudes, con un "nuestros problemas no son de su incumbencia" o "todavía tenemos muchos años por delante para engendrar cuantos vástagos desee".

LEGACY ೃೀ daemon targaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora