Capítulo uno: Una misión

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Un punto de luz resplandeciente emerge en medio de la inmensa oscuridad. El pequeño punto de luz crece conforme los segundos transcurren, hasta convertirse en una esfera blanca. Aquella esfera se transforma en un hermoso torso humano, del cual surgen unos largos brazos envueltos en luz deslumbrante; asimismo, se forman unas prolongadas piernas. En su cabeza se crea un bello rostro, en este se sitúan unos labios rosados. En su nariz respingada se exhiben múltiples pecas; a su vez, en sus grandes ojos azules se manifiesta un brillo especial. Su piel pálida contrasta con su cabello rojo. Finalmente, de su espalda brotan unas majestuosas alas blancas.

El pelirrojo se levanta del suelo, completamente desnudo en la infinita oscuridad. De pronto una esfera de luz violeta se acerca a él.

—Eres un ángel guardián recién transformado, por lo que no recuerdas nada —le dice una voz firme y sabia que surge de la esfera violeta—. Tú deber es llevar a cabo la misión que te será asignada.

—¿Cuál es mi misión? —pregunta el ángel guardián confundido.

—Te convertirás temporalmente en un ser humano. Tu misión es lograr que una joven llamada Melissa, recobre las ganas de seguir existiendo en el mundo terrenal, y ayudarla a encontrar su propósito de vida.

—¿Cómo lo lograré? —El ángel escucha con atención las instrucciones de la esfera violeta.

—La respuesta está dentro de ti, cuando llegue el momento sabrás qué hacer. En tus manos tienes el poder de creación, puedes transformar cualquier objeto en todo lo que desees, siempre y cuando sea a favor de tu misión.

La esfera violeta se mantiene flotando frente a él.

—Ningún ser humano puede saber tu verdadera identidad, tampoco los poderes que posees, esto es con el fin de mantener en equilibrio las creencias y la lógica de la raza humana.

—¿Quién es la persona de la que me voy a hacer cargo? —pregunta el ángel de manera curiosa.

—De esta joven mujer. Una luz violeta procedente de la esfera, forma un holograma de la chica en cuestión.

El joven observa a una delgada mujer de ojos grises. En su mirada nota frialdad y desprecio por la vida misma.

—Tu cometido ha sido asignado. Cuentas con tres meses para concretar tu misión, de lo contrario se iniciará un juicio para la selección de un nuevo ángel voluntario. —Dice la esfera violeta, que en breve deja de transmitir la imagen de la mujer.

—¡Espera! ¿Cómo voy a comunicarme contigo? —El ángel pregunta, sintiéndose nuevamente nervioso.

—Cierra los ojos, piensa en mí y yo apareceré en tu mente para ayudarte en todo aquello que te aqueje.

—¡Por último! ¿Cómo te llamas? —cuestiona el pelirrojo.

—Me llamo como desees llamarme, soy un ser omnipresente, mi única misión es llevar al ser humano a su máxima evolución. Confía en tu inteligencia, intuición, y en tus habilidades, solo así lo lograrás. —Dice la esfera violeta, que en consecuencia desaparece del lugar.

El ángel guardián se sienta por un momento en su cama para procesar toda la información que recibió hace un momento, respira profundo para mantener la calma, luego observa detenidamente la piel de sus manos y brazos, contemplando asi su propia existencia.

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Mi Dulce Ángel Guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora