Capítulo quince: La entrega de una piedra preciosa(+18).

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En medio de la tormenta, Melissa respira profundo al mirar las múltiples gotas de lluvia que caen por la ventana. En menos de 24 horas, se había reencontrado con su agresor; Asher había sido hospitalizado tras su enfrentamiento con Demian, y la mansión había sido saqueada. Apenas podía asimilar que los últimos regalos y pertenencias de su padre los había perdido para siempre.

Asher se concentra en manejar con cautela por la carretera, constantemente activa  el limpiaparabrisas, ya que la tormenta es un gran obstáculo para su visión. De pronto, su concentración se ve interrumpida por los constantes suspiros de Melissa, algo que no puede ignorar.  

—¿Qué sucede, preciosa? 

Cuestiona mientras da vuelta en una curva de manera cautelosa. 

—Hoy pasaron demasiadas cosas…  Solo quiero llegar al departamento y dormir a tu lado. 

Aquellas palabras llenan de calma el corazón de Asher y, para ser honesto, era algo que también ansiaba. 

—Ya pronto llegaremos, preciosa.  

Solo faltaban 20 minutos para llegar a su departamento; deseaba que aquellos minutos desaparecieran como espuma en el mar. La carretera se encontraba vacía, lo que les permitía llegar más rápido a su destino. 

Para distraer su mente de los caóticos recuerdos, la chica de cabello oscuro toma la mano libre del ángel. Con sus labios se deleitaba con la exquisitez de su piel, marcada de venas azules. Posaba las yemas de sus dedos en sus labios; se sentían tan suaves y largos que no podía evitar imaginar cómo se sentirían dentro de ella, la idea le hacía palpitar el cuerpo. 

—Ya casi llegamos hermosa, solo espera un poco más. 

Asher podía notar la necesidad de Melissa por su tacto, por su consuelo, por su cariño… 

Él también deseaba besar sus manos, besar su cuerpo y embriagarse en su característico olor a menta que desprendía su piel.  

De pronto el guardaespaldas, a través del retrovisor, nota las cuatro motocicletas que se aproximan a toda velocidad; un mal presentimiento surge de su pecho. 

 —Cariño, abróchate el cinturón. 

El miedo se disipa cuando la determinación por proteger a su chica puede más.

—Por ningún motivo bajes del auto, yo te protegeré. 

El tono de voz de Asher y su mirada seria alarmaron a Melissa. Posiblemente, Demian estaba detrás de todo esto o sus malditas tías, que no harían más que felices verla bajo tierra.

En breve, los motociclistas se mantienen a los costados del Lamborghini. Mientras Asher pensaba en una solución, los motociclistas se atrevieron a dispararles. Gracias a los vidrios polarizados, solo lograron hacer rasguños en las ventanas y en las puertas.

Melissa se tapaba los oídos mientras intentaba mantener la calma para no distraer a su guardaespaldas. Tenía la garganta seca y llena de nudos que no le permitían hablar. 

Enseguida notaron la presencia de la camioneta negra que se encontraba detrás del Lamborghini. Los motociclistas no tardaron mucho en actuar, ahora los disparos se dirigían a las llantas. El Lamborghini fue disminuyendo la velocidad, en un minuto una de las llantas sale del vehículo, mientras que las demás se desinflan. El vehículo se desliza velozmente a lo largo del camino. Asher logra mantener el control y aparcar el auto a mitad de la carretera. 

Melissa tiembla, pero intenta prestar atención al pelirrojo cuando él toma su rostro entre sus manos. 

—Cariño recuerda lo que te dije…  —Funden sus labios en un beso. Melissa le otorga la gasolina suficiente para encender la fuerza que habita en su interior —. Volveré, lo prometo, solo déjame protegerte.

Mi Dulce Ángel Guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora