Capítulo diez, parte tres: Un evento infernal

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Zaiden llega precipitadamente al estacionamiento.

Busca desesperadamente a su novio e inmediatamente nota a los cuatro hombres tirados en el piso con heridas de bala. 

—¿Qué mierda ocurrió aquí? —Se pregunta así mismo. El silencio inusual lo toma por sorpresa.

De pronto un hombre de traje azul sale de su escondite entre los lujosos autos. El tiempo se detiene para Zaiden cuando se percata de que aquel hombre le apunta con su arma. Rápidamente, un cuerpo se abalanza sobre él, antes de que las balas lo atraviesen.

Zaiden cae al suelo, una sonrisa gratificante aparece en su rostro cuando contempla a su novio Dylan encima de él, protegiéndolo con su cuerpo. 

—¿Ya te dije lo sexy que eres? —Zaiden aprecia los brillantes ojos verdes de su novio.

—No más que tú —Dylan sonríe al ver a su novio derretirse por él.

El rubio sigue disparando al enemigo, mientras usa un auto rojo como escudo. 

—¡Acabemos con ellos!

—¡Me leíste la mente! —expresa Zaiden con emoción.

El pelinegro se levanta del suelo, en breve se coloca de cuclillas atrás del auto, protegiéndose de los disparos. Dylan corre hacia el otro extremo del estacionamiento para cubrirle la espalda.

Zaiden avanza sin miedo hasta donde se encuentran los enemigos de Dylan y al mismo tiempo usa los espacios entre los autos para ocultarse.

En un segundo estudia la ubicación de los hombres, confiando en la destreza de su mafioso novio para defenderlo. Se lanza velozmente hacia ellos, y en breve les dispara en la cabeza, acabando fácilmente con sus vidas. 

Luego observa a su alrededor en búsqueda de su novio. El rubio sale de una camioneta negra, al instante Zaiden corre a toda prisa hacia sus brazos.

—¡Tonto me asusté, pensé que algo malo te había pasado! —El pelinegro cierra los ojos y lo abraza con fuerza.

—¿Estabas preocupado por mí? —Una sonrisa llena de satisfacción se asoma en el rostro de Dylan.

—¡No me hagas decirlo! —Zaiden frunce el ceño luego de haberlo soltado.

Dylan toma la nuca del pelinegro, en un suspiro sujeta su cintura y acorta la distancia entre los dos. 

En un instante, Zaiden cierra los ojos y sigue los movimientos de los suaves labios de su novio, saboreando así sus exquisitos besos. Dylan introduce su lengua envolviendo a Zaiden en un calor excitante.

Antes de perder la cordura, Dylan recuerda a su amiga de la infancia, por ello detiene de manera abrupta el placentero momento.

—¡Melissa nos necesita!

—¡Estaba a punto de arrancarte la camisa! —Zaiden se muerde los labios al contener sus deseos.

—Más tarde te vuelves a preocupar por mí... —Dylan sonríe con picardía al ver el rostro ruborizado del pelinegro. 

Prontamente, ambos hombres se dirigen al vestíbulo.

Prontamente, ambos hombres se dirigen al vestíbulo

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