Capítulo cuatro: Una dulce habitación

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Asher abre la puerta de su departamento a mitad de la noche.

—Adelante señorita  —Indica Asher.

La mujer camina despacio, observando todo el lugar. Hay absoluto silencio, el ambiente se limpio y fresco.

—No se compara con su mansión, pero espero se sienta cómoda aquí.

Asher, cierra la puerta detrás de él.

Melissa camina por el pasillo, pasando por la cocina hasta llegar a la habitación. Se sienta en la cama y coloca sus muñecas con delicadeza en su regazo.

—¿Quiere algo de beber, señorita? —pregunta Asher, saca de la alacena un vaso de vidrio.

—Agua, por favor —dice Melissa amablemente.

Las cobijas tienen impregnado su dulce aroma. Asher se sienta a su lado con el vaso de agua y coloca un popote en sus labios.

—Gracias.

Dice Melissa al terminar de beber.

—Por favor llama a Petra, dile que cuide a mi gatita, probablemente está en mi cuarto. También dile que estoy bien, regresaré mañana y que limpie el desastre que dejé, por favor —Ordena Melissa.

Se acuesta cuidadosamente en la cama.

—Claro, señorita.

Asher enciende la televisión y pone la película de Avatar. Melissa se acuesta de lado para acomodarse y tener una mejor visión.

—¿Está bien esta película?

—¡Es mi favorita!  —Dice emocionada.

Después de la llamada con Petra y haberle explicado la situación, vuelve con Melissa. Ella se encuentra muy atenta viendo la película. Verla de esa manera lo llena de ternura, no puede evitar sonreír.

Saca del closet un par de cobijas suaves, con las que cubre su delicado cuerpo.

—No sé si odiarte o quererte por haberme salvado la vida...

Melissa se recarga cuidadosamente en la cabecera.

—Lo siento, señorita, aceptaré cualquier cosa que usted decida sentir.

Asher se sienta en la orilla de la cama.

—Probablemente, se te complicarán las cosas...

Hace una pausa y continúa.

—Mi madre quiere construir escuelas privadas de arte. Ese era el sueño de mi padre y de su mejor amigo, Paolo Bennett. Ambos se conocieron en la Universidad de Bellas Artes.

¿Sabes? Yo soy la heredera de todo, por esa razón tengo que firmar y estar de acuerdo con el proyecto. Y eso no sería un problema si tan solo no existiera Demian, el hijo único de la familia Bennett. Son una familia rica y poderosa, tanto como lo son mis padres. El problema es que Demian cree que soy de su propiedad. Mi madre jamás me creería si le revelara la verdad.

En su rostro hay angustia.

—Después de su viaje de negocios en Alemania, vendrá a buscarme y cuando lo haga, por favor, protégeme...

Los ojos de Melissa se llenan de lágrimas.

—Te prometo que no permitiré que él te haga daño. Daré mi vida por tu  tranquilidad —Dice Asher con determinación.

En su sangre corre la fuerza para proteger a Melissa. Ella suspira soltando toda la pesadez en su cuerpo.

—Honestamente, no sé si lo que dices es verdad o solo palabras vacías.

Mi Dulce Ángel Guardián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora