Melissa abre lentamente los ojos, un delicioso aroma llega a su habitación. La luz del sol nubla su vista. Se sienta en la cama, buscando por toda la habitación alguna señal de Asher. En seguida, él entra a la habitación sosteniendo una mesa para desayuno de madera.—¡Buenos días, señorita Melissa! —exclama Asher con entusiasmo.
Le regala la más dulce de sus sonrisas, acomoda la mesa en su regazo.
—Gracias... No esperaba esto...
Melissa contempla la mesa repleta de comida, contiene: hotcakes con mermelada, fruta picada, un capuchino y huevos revueltos, además de unas bonitas flores.
—Es un placer para mí hacer esto por ti.
Melissa le da un mordisco a sus hotcakes
—¡Esto está muy delicioso! ¿Lo preparaste tú?
—Algunas cosas las compré y otras las preparé yo.
— ¿Ah, sí? ¿Cuáles preparaste tú?
—Eso es un secreto, señorita Melissa.
Melissa frunce el ceño, aunque se le escapa una leve sonrisa. Usa un cuchillo y un tenedor para cortar sus hotcakes.
Nota que el cuchillo rosa su muñeca vendada, aún así no siente dolor. Deja caer los cubiertos para tocar ambas muñecas, presiona con fuerza, pero sigue sin sentir nada. Hace a un lado la mesa de madera y procede a quitarse las vendas.
Cuando ambas manos están totalmente descubiertas, Melissa abre completamente los ojos al notar que sus heridas están curadas.
—¡Qué mierda! ¡No puede ser!
—¿Qué sucede?
—¿No lo ves? ¡Mis muñecas! ¡No hay cicatrices, no hay nada! —dice Melissa alterada y al mismo tiempo sorprendida.
—¿Qué? ¿Pero cómo? —pregunta Asher, fingiendo lo mejor que puede.
—¡No lo sé! ¡Tú me viste, cierto! ¡Tú estuviste conmigo, eres testigo de todo! —Se detiene a pensar por unos segundos—. ¡No estoy loca! ¿cierto?
Sus manos se aferran a la playera de Asher mientras lo mira fijamente a los ojos.
—¡Es cierto! ¡Yo te llevé al hospital, no sé cómo pasó esto! —Asher traga saliva.
—¡Ha sido él! ¡Pero nadie va a creerme! Lo mejor es no decir nada sobre esto.
Afligida, suelta la playera de Asher.
—Ahora ya no tendrás que preocuparte por tu recuperación, si lo ves de una manera positiva.
—Cierto... No sé cómo pasó esto, pero al menos me curé. Sé que nadie va a creerme, así que mantengamos toda esta situación en secreto —dice Melissa.
Acomoda de nuevo la mesa de madera en su regazo.
—Está bien, señorita Melissa, no mencionaré nada.
—¡Gracias! —exclama Melissa, luego de un suspiro de alivio.
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Mi Dulce Ángel Guardián
RomanceMelissa una joven millonaria que tras tres intentos de suicidio, su madre contrata a un joven guardaespaldas con el fin de proteger su vida. Lo que no saben es que su verdadera identidad es la de un ángel guardián, el cual tiene una misión con respe...