Capítulo 16

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No quiero llorar. Creo que llorar es la cosa más inútil que se puede hacer en cualquier momento. ¿De qué te sirve? De nada. Odio tanto cuando la gente te dice: "Llora tanto como quieras, te sentirás mejor". Y eso es mentira. Por más que llores y llores sólo te van a entrar más ganas de llorar y aún vas a pensar más en ello y acabarás ahogada en un mar de tus própias lágrimas.
Así que tengo un nuevo plan: Divertirme tanto como pueda. Me iré de fiesta y beberé, beberé hasta caerme por los suelos y bailaré con gente que no conozco y me enrollaré con quién quiera.
Me limpio los ojos con las manos y entro en casa sin hacer ruido para que no me digan nada y subo a mi habitación. Por suerte creo que sólo está mi padre en casa pero está encerrado en su despacho.
Me quito el maquillaje corrido y vuelvo a maquillarme cómo antes. Cojo bastante dinero para la bebida y el móvil. Salgo de mi casa con el mismo sigilo con el que he entrado.
No tengo ni idea de dónde hay una fiesta así que llamo a Cora para preguntarle:
Haley: ¡Cora! Necesito tu ayuda. ¿Sabes si hay alguna fiesta hoy en algún sitio por aquí cerca?
Cora: Qué directa, chica. Creo que si, en un barrio de las afueras, Cargill Street. En una grande fábrica abandonada. ¿Porqué quieres saberlo?
Haley: Emm... Nada, un amigo... No sabe qué hacer hoy.
Cora: Ah, vale, te veo en clase.
Haley: Adiós.

No tengo ni la más mínima idea de dónde está esta calle así que llamo a un taxi.
Este me lleva a un barrio a las afueras que da un poco de miedo pero me da igual. Me bajo y me apresuro a buscar esa fábrica. No tardo en hacerlo, es muy grande y hay mucha gente fuera y se oye la música desde donde estoy. Me voy acercando y me doy cuenta que toda esa gente del exterior está borracha o colocada y hay algunos tirados por el suelo, a pesar de que no son más de las 23:00.
Cojo aire y abro la puerta para meterme en el interior, una oleada de calor con olor a alcohol y humo choca contra mi. Hay muchísima gente, más que fuera, me meto entre la multitud hasta llegar a la barra del bar.
-¿Qué quieres preciosa?- Me pregunta un camarero unos pocos años mayor que yo.
-Vodka.
-¿Sólo?- se ríe.
-Mézclalo con lo que quieras.- Digo sin mirarle a la cara. Se gira y coje una botella y luego abre una pequeña nevera y saca otra. Lo mezcla todo en un vaso y le pone una pajita. Me lo pone delante mío y le doy el dinero y dice guiñándome un ojo:
-Prueba.
Lo hago, está delicioso, es dulce pero a la vez amargo con el sabor del alcohol. Me lo bebo de un trago y le pido otro. El chico me mira sorprendido y sin decir nada prepara otro mientras se ríe un poco.
-Toma, preciosa.- Me dice seductor y le pago.
Me bebo la segunda copa un poco más lenta, pero no demasiado, quiero emborracharme rápido.
-¡Tú! Quiero algo diferente.- le grito al chico para que me oiga.
-Me llamo Brandon, chica del vodka.- Me sonríe.
-Vale, Brandon, yo me llamo Haley y quiero algo diferente.
-Me gusta más chica del vodka.
Coje una botella azul y vierte un líquido azul en un vaso, le pone una bebida que no logro identificar y lo mezcla todo con una pajita. Me lo pasa, le pago y le pregunto:
-Brandon, ¿Qué es esto?- señalo el vaso.
-Tu sólo pruébalo.
Le doy un pequeño sorbo a mi nueva bebida y, la verdad, me gusta más que la otra, es refrescante y siento el alcohol por mis venas.
Me pasa una servilleta, cuando voy a limpiarme me doy cuenta que hay algo escrito en la otra cara. Su número de móvil.
-¡Eh, Brandon!- Le grito y se acerca- ¿Porqué me das tu número a escondidas y en una servilleta?
-No nos dejan darlo a los clientes.
-¿Y entonces porqué me lo das?
-Porque quiero dártelo.
-¿Pero eso no está prohibido?
-Haces muchas preguntas, chica del vodka.
-Porque no me respondes concretamente en las que te hago.
-No es importante si me dejan o no darte mi número, yo simplemente te lo he dado porque quería dártelo.
-Buena respuesta.- Nos reímos y me acabo la copa. Ya empiezo a sentir los efectos del alcohol sobre mí, pero no lo suficiente.
-Dame otra copa, pero ponle más vodka.
-Eh, a este ritmo vas a acabar borracha antes de la 1:00
-Es lo que intento.
-¿Porqué?
-Estoy triste.
-¿Porqué?
-Un chico.
-¿Qué chico?
-Deja de hacer preguntas y dame la copa.
-Eh, cálmate, sólo intentaba saber porqué bebes.
-No es de tu incumbencia.
-¿Quieres un consejo? Olvídalo.
-Lo estoy haciendo.
-Puedo ayudarte.- Se inclina hacia delante para estar más cerca de mi.
-¿Cómo?
Se muerde el labio y me mira los míos.
-Brandon... No creo que sea lo correcto... Además... Estás trabajando.
-Acabo a las 2:00. Podemos ir a mi casa y...
-No, sólo rollo de una noche, en el baño.
-Pero... Yo quiero algo contigo, Haley.
-No me conoces.
-Quiero hacerlo.
-De momento sólo follamigos, nada más.
-Me parece bien.
-Otra cosa, yo puedo acostarme con quien quiera y tu también.
-Perfecto, nada de celos estúpidos.
-Bien.
Me bebo la copa que me ha traído antes y me levanto del taburete. Todo gira y lo oigo todo con eco, pero logro no caerme al suelo. Me voy hacia la pista de baile y me pongo a bailar con el primero que encuentro por ahí. Es un chico alto y con un cuerpo muy trabajado, imagino que juega a hockey. Tiene el pelo negro y unos ojos verdes incluso aún más brillantes y hermosos que los de Dylan.
Me pongo de espaldas a él y muevo las caderas al ritmo de la música. Él me pone las manos en la cintura y sigue el mismo balanceo que mi cuerpo acercándome más a él.

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