4. Instinto

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En el distrito de Brooklyn había barrios refinados, con residencias lujosas para los alfas adinerados y omegas de buenas familias, pero así también había barrios un tanto peligrosos y maliciosos, en ocasiones siendo estos los puntos de venta de drogas y tráfico de armas por las mafias italoamericanas. Cinco grandes familias dominaban la ciudad de Nueva York y sus condados. En el condado de Brooklyn la mafia de Salvatore Moretti dominaba, alfa viejo y honrado que ayudaba a los pobres y que le daba su merecido a los que se lo merecían.

En aquel barrio muchos se conocían, otros se temían y otros eran familia, pero Bucky y Helmut eran mejores amigos. Niños de tan sólo trece años que estaban ansiosos por saber cuál sería su segundo sexo. Ambos eran distintos, Bucky era un niño travieso que se metía en problemas constantemente, mientras que Helmut era un niño que sólo disfrutaba de leer y de vez en cuando hacerle bromas pesadas a los adultos. Aún así, Helmut siempre pensaba como un adulto, por lo que con ceño fruncido reprendió a Bucky cuando este le dijo que el Don Salvatore Moretti le había ofrecido trabajo en la venta de cigarrillos y otras sustancias.

Bucky se volvió como un hijo para Salvatore, quien no tenía hijos propios. El chico de ojos azules hacía todos los mandados que la Familia Moretti le mandaba hacer, en ocasiones incluyendo ir a quemar negocios de deudores. En unas cuantas ocasiones Bucky fue sometido por la policía, pero cuando decía el apellido Moretti, los oficiales se disculpan y lo dejaban ir. Se había vuelto tan apegado a los Moretti, hasta llegar a un punto en el que había recibido un par de balas por el señor Salvatore.

—Eres un imbécil, ¿lo sabías?—Helmut sacó la bala del hombro izquierdo de Bucky.

—Auch, ten cuidado—Bucky hizo un gesto de dolor al sentir el alcohol limpiando la herida.

—Mi padre no paga mis estudios para que le remiende las heridas de bala a mi estúpido amigo. ¿Por qué recibes balas por ese hombre?—Helmut comenzó a suturar la herida.

—Es un buen hombre, Helm…Es como el padre que nunca tuve.

—Un padre protege a su hijo y tu ya tienes más suturas que un trapo viejo—su mirada seguía fija.

—Gracias. Si mi madre supiera cuantas veces me has cosido le daría un infarto—Bucky rió.

—Pobre Winnie. ¿No piensas hacer la universidad?—Helmut terminó y le puso un parche.

—Ahora mismo me estoy concentrando en el negocio con Don Moretti, pronto dejaré de ser sólo su vendedor de coca—se colocó la camisa en su lugar.

—...Es peligroso, Jamie. Me asusta que…En algún futuro no pueda curar alguna herida de bala—Zemo apretó los guantes sucios en sus manos.

Bucky lo observó, entendía la preocupación de su buen amigo.

—Soy fuerte, un fuerte alfa, Helm.

—A veces no es suficiente ser un alfa para salir vivo de algunas situaciones—se levantó de su banquillo y fue a lavar sus manos.

Bucky lo observó con entendimiento, sabía que su trabajo era peligroso, apenas tenía veinticinco años y ya tenía más cicatrices que un lobo viejo. Helmut, en cambio, seguía teniendo la piel intacta, siguiendo los buenos pasos de su padre al estudiar medicina. Helmut con sus veinte años tenía un buen futuro como doctor. Bucky soltó un suspiro y se acercó a Helmut, con suaves movimientos colocó sus manos en la cintura del castaño. Zemo levantó con lentitud la cabeza hasta que vio los preciosos ojos azules de Bucky en el espejo. Con lentitud, Helmut se giró para quedar frente a frente con James.

—Saldré vivo si tengo a un doctor a mi lado. Si tengo a mi omega conmigo—James tomó el rostro de Helmut entre sus manos.

—Jamie—la voz de Zemo salió en un susurro.

Omegacember [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora