31. Cita Médica

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Bucky Barnes regresaba a pie con las manos llenas de bolsas de compras, se había pasado por una tienda de conveniencia y había comprado algunas cosas que hacían falta en el departamento, incluido un galón de helado de chocolate porque Helmut le había dicho que tenía antojo de eso. También llevaba algunas naranjas y mandarinas porque el omega se había sentido débil desde la mañana. El alfa subió las escaleras y entró al edificio, subió las escaleras y al fin llegó a la puerta de su departamento. Cuando estuvo dentro del departamento dejó las bolsas en la cocina y de una de las bolsas sacó un pequeño peluche de conejita que había comprado para el cachorro. Con una sonrisa James se dirigió a la habitación para darle el regalo a su omega.

Aquel cachorro de apenas y dos meses de gestación era el segundo intento de embarazo del omega de veinticinco años, el primer intento no había salido nada bien. James tuvo que salir de su trabajo cuando recibió una llamada del hospital, pues Helmut había tenido un aborto espontáneo.

James entró a la habitación, pero el omega no estaba. Se acercó a la puerta del baño y tocó un par de veces.

—Dulzura, traje el helado que querías y también naranjas para hacerte un jugo—Bucky esperó una respuesta, pero no hubo nada.

El alfa volvió a tocar la puerta y de nuevo no hubo respuesta. Su olfato se afiló y pudo percibir las agrias feromonas de su omega. James tomó la perilla y abrió la puerta que por suerte no tenía seguro. Al abrir la puerta del baño lo que vio lo aterro.

—¡Vete!—Helmut limpiaba el suelo.

—¿Qué pasó?—Bucky estaba en shock.

—¡Por favor vete!—Helmut lloraba y limpiaba con toallas el suelo lleno de sangre.

—Necesitas ir al médico—Bucky se acercó corriendo al omega.

—No te acerques, tus zapatos se van a ensuciar—Zemo limpiaba con diligencia el suelo.

—No importa, Dulzura, vámonos ya—Bucky dijo.

Cuando el alfa de ojos azules estuvo cerca de su omega, pudo observar que sus pantalones estaban hechos bola en una esquina y su ropa interior estaba empapada en sangre. El suelo era un desastre, las piernas de Helmut estaban ensangrentadas y su entrada estaba igual. Helmut seguía limpiando con manos temblorosas, mientras en una mano conservaba algunos coágulos de sangre. James observó su mano y puso una toalla sobre ella para quitarle los coágulos.

—No, James, es mi cachorro—el omega apartó la mano y observó con lágrimas los coágulos.

—Dulzura, te voy a llevar al médico—Bucky lo cubrió de la parte inferior con una toalla y lo alzó en nupcias.

Con un nudo en la garganta, Bucky le quitó los coágulos de la mano y salió corriendo del baño. Helmut se apretó a su cuello llorando a mares. Barnes tomó sus llaves antes de salir del departamento y al salir introdujo a Zemo al auto. James condujo a velocidades altas, sin importarle los altos o las personas que querían cruzar las calles. Los ojos del alfa se llenaban de lágrimas, pero no las dejaba salir, se tallaba los ojos con rudeza y se concentraba en el camino hasta que estuvo fuera del hospital.

—¡Por favor, necesita ayuda!—Bucky gritó cargando a Helmut.

Las enfermeras se acercaron corriendo y pusieron al omega en una silla de ruedas. Le preguntaron al alfa la razón de tanta sangre y él contestó sabiendo a la perfección lo que había pasado, después le pidieron que diera los datos del paciente. Barnes se quedó en la sala de espera moviendo con desesperación su pierna, ansioso de saber como se encontraba su omega. El alfa se puso de pie y caminó de un lado a otro, rascó su cabellera negra y restregó sus manos en su rostro por la angustia que sentía.

Omegacember [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora