23. Celo Omega

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La semana de moda en Milán había dado inicios en febrero, donde variadas marcas reconocibles iban a presentar lo más nuevo en la colección otoño-invierno. Marcas francesas, italianas, mexicanas e incluso griegas preparaban a sus modelos y atuendos para un espectáculo inigualable. Había cierta marca que se presentaría por primera vez después de muchos años en la semana de la moda en Milán, era una marca exclusiva de la que no se sabía demasiado, y no porque no estuviera al alcance de las demás, sino por lo contrario. La Casa Zemo era una marca exclusiva de ropa, zapatos y joyería que se encargaba de hacer vestidos y trajes exquisitos dirigidos principalmente para el consumidor perteneciente a la realeza. La familia real de Reino Unido, España, Suecia, Noruega y demás monarquías europeas compraban sus atuendos ahí. La propia Casa Zemo pertenecía a la realeza europea, siendo esta fundada por la alfa Henrietta Zemo, Baronesa de Sokovia. En la actualidad, su nieto era el diseñador de cabecera de La Casa Zemo, un omega de gusto exquisito y de creatividad infinita. El omega había decidido que La Casa Zemo necesitaba más visibilidad, más público, más clientes. Helmut Zemo sabía que podía impresionar en la semana de la moda, que de tal forma no sólo la realeza se amontonaría en las puertas de La Casa Zemo.

Así pues, cuando la semana de la moda estaba a la vuelta de la esquina, Helmut se encargó de viajar en su jet privado acompañado, por su puesto, de su guardaespaldas. Aquel hombre era un tipo bastante serio y callado, con las cualidades de un alfa, pero con la timidez de un omega sumiso. El alfa de ojos azules muy pocas veces hablaba, sólo hacía su trabajo, el cual hacía muy bien; al azabache no le importaba lastimar a quien se atreviera a ponerle una mano encima al omega. Helmut lo había contratado por su fiereza, cosa que su mayordomo le advirtió diciéndole que era mejor contratar a un beta como él, pero Helmut no aceptaría a un beta como guardaespaldas, necesitaba la fiereza y complexión de un alfa para sentirse protegido cuando iba por las calles; era un diseñador famoso, un miembro de la realeza Sokoviana y un tipo podrido en dinero, era obvio que necesitaba un excelente personal de seguridad. James Barnes había sido el prospecto perfecto, venía de una academia que enseñaba a los alfas a controlar su lado alfa, no dejarse vencer por feromonas omegas. James tenía un olfato educado, instintos adiestrados y una disciplina superior a la de cualquier guardaespaldas beta. Helmut había quedado fascinado con el profesionalismo en el alfa, no discutió más y lo contrató. Después de varios años en compañía de aquel alfa, Helmut lo llevaba a cualquier lado, en ocasiones invitándolo a cenar por simple cortesía y afecto.

Helmut estaba consiente del atractivo del alfa, pero no quería dejar un manchon negro en el currículo impecable del alfa. Había pasado suficientes celos pensando en pedirle ayuda al alfa, pero no deseaba faltarle el respeto de tal forma. Cuando Helmut se ponía a tomar de más en algún lugar, James no se podía escapar de los halagos exagerados que el omega le hacía, ni siquiera podía escapar de los besos que Helmut le repartía por toda la cara e incluso en los labios. James disfrutaba de aquellos besos, pero nunca se lo decía a su jefe, porque sabía que lo hacía sólo por estar borracho. Pero Bucky estaba muy lejos de la realidad, Helmut hacía eso aún un poco consciente de sus actos, despertando a la mañana siguiente contento de haberle robado besos a su guardaespaldas.

En Milán los cielos se encontraban nublados y con vientos fríos, muy probablemente se soltaría una tormenta, pero para suerte de Helmut su pasarela estaba dentro de un lugar con techo, por lo que sus costosas piezas estarían bien. Los modelos se encontraban tras bambalinas, con equipo de maquillaje y peinado trabajando con rapidez, tratando de tener preparados a todos los modelos lo más pronto posible. Helmut se encontraba atareado, revisando que los vestuarios estuvieran organizados con la foto del modelo que usaría cada prenda. Un par de horas atrás había supervisado bajo su ojo perfeccionista el caminar de cada modelo, las expresiones y movimientos de manos. En más de una ocasión el omega caminó con las modelos para explicar el tipo de caminata que deseaba ver cuando la pasarela iniciará, dejando en claro que quería un Horse Walk marcado. Mientras el omega daba indicaciones y dirigía con precisión, James lo observaba desde lejos cargando el abrigo del omega. Algo dentro del alfa de ojos azules se removía al ver los perfectos pasos que daba al indicar lo que deseaba ver en las caminatas de los modelos.

Omegacember [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora