22. Nido

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Para un omega en cinta que constantemente busca el calor y aroma de su alfa, es bastante irritante y triste el no tener a su alfa a su lado. Les resulta desagradable la idea de no percibir su aroma, de no sentirse amados. Las hormonas del embarazo los pone tristes o demasiado felices, pero si el alfa no está, definitivamente se sentirán tristes y echados a un costado. El omega en cinta vive por la atención y cuidados de su alfa. Es por esas razones que el omega creó un pequeño sustituto, un lugar donde puede acurrucarse y sentirse protegido cuando el alfa no está en casa. A este lugar especial se le llama nido y está conformado de ropa, mantas calentitas, peluches, almohadas y cualquier cosa suavecita y confortable que tenga las feromonas impregnadas de su alfa, agregando, por supuesto, sus propias feromonas en una confortable combinación de aromas que los hacía sentir a salvo; los hacía sentir a su alfa recostado a su costado.

Helmut Zemo, como cualquier omega en cinta, había construido su nido en compañía de su alfa, quien estaba más emocionado que él por hacer el susodicho nido. Barnes había comprado mantas nuevas, deseaba que el nido fuera grande y cómodo para los dos. James se encargó de restregar todas las cobijas en su cuerpo, llenándolas de sus feromonas. Cada cojín, cada peluche y cada camisa fueron bañadas en el aroma del alfa. Habían hecho el nido dentro de su habitación, cerca de la cama. Al terminar de poner todo en su lugar, el omega se recostó en él y liberó sus feromonas sólo un poco, no quería matar el aroma de James con el suyo, sólo deseaba que se mezclarán con suavidad. Ambos quedaron satisfechos, tan satisfechos que ambos se abrazaron en el cúmulo de cobijas y prendas hasta caer por completo dormidos. Y esa fue su rutina los siguientes meses de embarazo, Helmut trabajaba desde casa y James salía a trabajar, para al regresar envolverse en los brazos de su precioso omega y acurrucarse en su nido.

Los meses pasaron con rapidez, pronto Helmut ya tenía un vientre perfectamente abultado de cinco meses. Aquel cachorro que crecía fuerte cada día dentro de su estómago se volvía también más bailarín, pateando con constancia el interior del omega, cosa que le causaba cierta incomodidad. James detestaba que Helmut hiciera caras de dolor cuando el cachorro decidía patear más de la cuenta, así que como buen padre hablaba seriamente con el cachorro, pidiendo de favor que dejara descansar un poco a su papi; un par de caricias en el abultado vientre, besos y palabras dulces de parte del alfa de ojos azules y el cachorro caía dormido. Cuando James hacía eso, no sólo el cachorro dormía, Helmut también se arrullaba con las dulces palabras de su alfa y terminaba igual de dormido que la criaturita que creía dentro de él. James sonreía enternecido con la imagen de su cansado Helmut, le daba un par de besos en el rostro y lo acurrucaba como era debido en el nido.

A la llegada del mes seis, Helmut y James ya tenían en un sobre sellado el género de su cachorro, del cual le hicieron entrega a Tony y Loki, los mejores amigos de Zemo los cuales se habían ofrecido para elaborar una bonita fiesta de revelación de género.

Loki y Tony hicieron la fiesta en casa de Helmut y James, tenía un patio trasero bastante grande que encajaba a la perfección con el tamaño de la reunión que querían hacer. No invitaron a demasiadas personas, y muchos otros no pudieron asistir, pero prometieron mandar un pequeño regalo. El patio trasero estaba infestado de adornos con globos en tonos rosados y azules, mesas de regalo, de dulces y las mesas para comer. Había un montón de adornos de pañales, biberones, peluches de felpa y conejitos. Las mesas de invitados se habían dividido en rosa y azul, donde los invitados se sentirían según imaginando a qué género iba a pertenecer el cachorro.

Al llegar la tarde, la casa de Helmut y James ya estaba llena de invitados, todos estaban en el patio trasero disfrutando de algunas bebidas y platicando entre sí, mientras que Helmut y James se encargaban de llevar a la mesa de buffet los últimos platillos. Steve se acercó rápido quitándole las charolas al omega, como también regañó a su buen amigo por permitir que Helmut cargará cosas pesadas, a lo que Steve se llevó un: “ya se lo he dicho” de parte de Bucky. Helmut le entregó aquella charola y fue por otra. En la cocina se encontró a los organizadores de la fiesta, quienes hablaban con las recién llegadas de Peggy y Natasha. El omega las saludo y les ofreció bebidas, Natasha le aceptó un botella de agua y Peggy se fue por la misma opción que su omega.

Omegacember [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora