12. Bozal

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En un mundo de alfas, omegas y betas, los alfas estaban muriendo. Por alguna razón el segundo sexo alfa, la punta de la pirámide, estaba desapareciendo. Los omegas se mezclaban con betas, los cachorros nacían y cuando llegaba el momento de presentarse, estos se presentaban como betas, la casta más simple de todas. En un mundo sin alfas, los omegas sufrían en etapas de celo, los pocos alfas que había estaban casados o demasiado viejos. Los alfas jóvenes, aquellos chiquillos y chiquillas que se presentaban como alfas, eran resguardados por sus padres con recelo. Eran un mar de agua potable en un seco desierto lleno de omegas necesitados. No todos aquellos chiquillos que se presentaban como alfas lograban ser protegidos por sus padres. Las violaciones a estos seres, antes abundantes, aumentaron. Los alfas eran codiciados por los omegas, quienes se habían convertido en la punta de la pirámide. 

La ausencia de alfas provocó la experimentación en masa en betas. Pobres, marginados, personas inservibles para el gobierno, personas que no eran del interés de nadie fueron sometidas a experimentaciones para volver a crear al alfa. El mercado negro trataba con niños que se habían presentado como alfas, no eran demasiados, pero los que tenían eran vendidos a precios altísimos. Muchos omegas —antes respetables— desesperados iban con discreción a lugares clandestinos, lugares que sólo el mismísimo diablo conocía. Lugares donde vendían a alfas, donde los prostituían. Helmut Zemo había escuchado de esos lugares, al principio sorprendido de lo que un omega desesperado podía llegar a hacer; después completamente curioso y, con vergüenza, cansado de pasar celos terribles, harto y asqueado de medicarse con supresores, tanta basura química que alteraba su naturaleza en ocasiones provocaba que su celo explotara en el día y momento equivocado. Su cuerpo pedía a un alfa. 

Hydra, una área de investigación científica con métodos poco ortodoxos e incluso crueles y poco humanos, fue de las primeras organizaciones del mercado negro en experimentar en betas y omegas para restablecer a los alfas en el mundo. Su Suero de Alfa fue puesto a prueba en miles de betas y omegas. Los betas lograron amoldarse al suero, su cuerpo lo aceptó. Algunos fallecieron, después de todo el suero apenas y era un prototipo. Los omegas rechazaron el suero por completo, fallecían un par de horas después de que el suero fuera inyectado. Johann Schmidt, fundador de la organización, descartó de inmediato a los omegas, no le servía de nada experimentar en sujetos que morían casi instantáneamente, además de que sólo gastaba montañas enormes de dinero comprando omegas con los tratantes. Se concentró en adquirir sólo betas. Su mano derecha, quien llevaba a cabo la elaboración del Suero de Alfa, Arnim Zola, se encargaba de inyectar en los mejor prospectos el costoso suero. Los betas siempre recibían bien el suero, sobrevivían varias semanas con el suero corriendo por sus venas, incluso demostrando evolución biológica, pero en cuanto la glándula odorifica se comenzaba a desarrollar en sus cuellos, los betas convulcionaban y morían. Más pruebas, más betas, más suero, más muertes, nuevas notas, nuevos ajustes, nuevos números, otra vez las inyecciones y de nuevo más betas. El Suero de Alfa había funsionado. 

La noche era fría, congelaba los huesos y raspaba la nariz, pero aún así, Helmut Zemo había salido en dirección de una de las sedes de Hydra. Esta sede se encontraba en su natal Sokovia, en lo profundo de los bosques, resguardada muy bien, después de todo, la venta de alfas no era aprobada por ningún gobierno aún. Al llegar al lugar revisaron su auto de cabo a rabo. Oeznik, su mayordomo y chófer, entregó algunos papeles a los hombres y finalmente dijo una frase clave para que le permitieran la entrada a la sede. Las enormes puertas se abrieron y Oeznik dirigió el auto en dirección de esa enorme construcción con apariencia de castillo. Oeznik le abrió la puerta y le regaló una sonrisa. 

La sede de Sokovia era una muy particular y especial, ahí se enviaban a los experimentados violentos, los que eran rejegos. A los alfas más caros. 

—Barón Zemo, esperaba su llegada—un beta de cabello corto, casi rapado, recibió a Zemo con una sonrisa.

Omegacember [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora