24. Impregnación de Aroma

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Las mañanas para James Bucky Barnes eran sencillas y relajadas, se despertaba a buena hora, tomaba el desayuno, una ducha, lavaba sus dientes y se preparaba para atender algunos pendientes; si era sincero, no trabajaba demasiado, era algo perezoso y el haberse casado con un omega que era jodidamente adinerado lo ayudó a no sufrir de estrés por traer dinero a casa. Pero aún así había ese instinto alfa en él, por lo que decidió darle utilidad a su título como veterinario haciéndose así de su propia veterinaria que se centraba en su mayoría en los gatos, aún así tenía pacientes de todo tipo. Siendo el dueño del lugar se tomaba las libertades de no ir, tenía los suficientes empleados como para que se hicieran cargo por él. Iba a su veterinaria al menos dos veces a la semana sólo para checar que todo fuera bien o cuando había operaciones que tenían que ser tratadas exclusivamente por él, de ahí en más su presencia no era del todo necesaria. Como se dijo, el alfa pasaba la mayor parte de su tiempo en casa, siendo el compañero de juego de su pequeña cachorra de un año que con travesura corría con torpeza por la casa, cayendo de rodillas y llorando sólo cuando veía que su padre iba corriendo a levantarla. El alfa era como un amigo muy grande que tenía Heike, jugando con él y riendo con él, mientras que su papi Helmut era la autoridad y con quien iba a acurrucarse cuando tenía sueño.

La mañana del sábado no fue sencilla para James, se había despertado aún más temprano por los llantos desconsolados de Heike. La fue a buscar a su habitación y la encontró de pie en su cuna, abrazando a su conejita y con el rostro rojo de tanto llorar. No fue sencillo hacer que su llanto se calmara. James no entendía porque su hija lloraba tanto, cuando la mayor parte del tiempo era una niña risueña que no lloraba por cualquier cosa. Con la pequeña en brazos, moviéndose de allá para acá tratando de que se calmara, ahí fue cuando James entendió que el trabajo de su omega no era sencillo.

Helmut Zemo se había ido de casa la madrugada del sábado en dirección de su país natal, donde pasaría una semana completa en vacaciones con su familia. Los Zemo habían especificado que sólo querían a los Zemo reunidos, no querían al alfa ni a la pequeña Heike, y no porque no los querían, sino porque sólo querían volver a tener unas vacaciones como cuando Helmut y sus hermanos eran pequeños. El omega le tuvo que dar variadas instrucciones al alfa, explicándole los horarios de comida de la cachorra y un sin fin de cosas, a lo que James le dijo que no tenía de qué preocuparse, que él sabía todo al respecto. Helmut se fue sin más, sabiendo que su alfa era lo suficientemente competente como para encargarse él sólo de su cachorra.

Helmut hizo videollamadas todas las tardes y todas las noches para saber cómo se encontraban sus dos amores, a lo que James siempre contestaba que estaban perfectos, mostrando a su pequeña que jugaba con sus peluches o en otras ocasiones la cachorra se encontraba dormida sobre el pecho de su padre. Viendo lo bien que se estaban llevando solos, Helmut decidió pasar sus vacaciones con su familia completamente en paz, incluso atreviéndose a pensar que en realidad no los extrañaba como pensó lo haría. Pero mientras Zemo sólo veía una pequeña parte del día a día de Bucky y Heike desde que se había ido, ese par estaba sufriendo las consecuencias de no tener en casa al civilizado Helmut Zemo. Poco era decir que James era algo torpe, el alfa había quemado la leche de Heike las dos primeras noches, las verduras cocidas estaban duras para los dientecitos de su cachorra, las papillas le salían insípidas y de consistencia asquerosa. Heike se ponía caprichosa y lanzaba los platos de comida al suelo, lloraba negándose a comer las papillas que su padre hacía con su mejor esfuerzo. James entraba en pánico cuando Heike lloraba a gritó abierto porque tenía hambre, pero tampoco quería comer lo que su padre le daba. Bucky se negaba a molestar a Helmut en sus vacaciones, además de que sólo recibiría regaños y probablemente el omega se preocuparía, por lo que siempre llamaba a su único amigo con hijos.

—Steve, ayúdame—lo tomó del brazo y lo metió a su casa cuando estuvo frente a su puerta.

Omegacember [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora