2. ¿Por qué una caricia me ha llevado a tus brazos?

266 33 3
                                    



Se pasó todo el día encerrado en su habitación. Tenía miedo de salir y ver su cara, de tener que enfrentarse a él sabiendo que había una importante conversación pendiente. Tenia miedo de quedarse a solas con él, de sentir lo mismo que en el estudio cuando se hacían las fotos, de empezar algo que no pudieran terminar...


Llegó la noche y con ella el momento de salir a dar la cara. Sabía que sus amigos ya estarían acostados, y que su hermano estaba en su misma situación, paseando nervioso por la habitación tratando de poner en orden sus pensamientos, tratando de aclarar sus sentimientos.

Cogió aire y salió al silencioso pasillo. Caminó de puntillas y se paró frente a su puerta. Cogió el manillar despacio y haciéndole girar lentamente abrió la puerta y asomó la cabeza para ver a su otra mitad frente a la ventana.

Se acerca a él después de volver a dejar la puerta como estaba. Levantó las manos y las puso sobre sus hombros, sintiendo que no se asustaba al tocarle, como si ya hubiera presentido su presencia, como si su amor no fuera para él una sorpresa.

—Bill—susurró en su oído.

Su cabeza se inclinó hacia atrás, permitiéndole mejor acceso a su cuello. Levantó una mano y se lo acarició con un dedo, arrancando un gemido de sus labios.

— ¿Es esto correcto?—preguntó Bill en un susurro.

—Lo es si a ti te lo parece—contestó Tom de igual manera.

Le hizo girar entre sus brazos y se le quedó mirando fijamente. Tenía los ojos llorosos, las mejillas bañadas en lágrimas, los labios temblando y un gesto de miedo en la cara.

Sabía que lo estaba pasando mal, que en su interior se había desatado una batalla de sentimientos contradictorios. Una voz le pedía a gritos que siguiera adelante, mientras que otra le suplicaba que parase.

Le abrazó con fuerza, le dejó reposar en su pecho la cabeza. Le acarició el pelo mientras le susurraba que ese no era el momento.

Cerró los ojos con pena. Lo que más quería en esos momentos es que sus labios dejasen de temblar, que le permitiera posar los suyos encima y besarle con toda esa pasión que sentía crecer en su interior.

Pero sabía que era pronto para eso, que tenía miedo y no estaba preparado. Rezaba para que llegase el día en que le suplicase que apagara su fuego interior con un solo beso...






Vio amanecer desde su habitación. No había dormido nada en toda la noche, desde que acostó a su hermano en su cama y le dio un simple beso en la mejilla de buenas noches. Le dejó dormir mientras lloraba y le peda perdón, por no estar preparado, por no creer llegar a estarlo.

Se levantó y decidió enfrentarse al nuevo día como si nada de lo ocurrido el día anterior hubiera pasado. Bajó a desayunar y le volvió a ver frente a una ventana. Se le acercó y rozó su brazo con suavidad.

— ¿Has podido dormir?—preguntó preocupado.

—No—murmuró Bill alejándose.

¿Iba a ser dese entonces así? ¿Huiría de su contacto por el miedo de sentir algo?

Suspiró y desayunó sin ganas. Intentaba llenar el vacío que le había dejado su hermano, saciar esa hambre que cada vez era más grande...







Pasaron los días y todos volvieron a su rutina. Su relación ya no era la misma y cada vez que se miraban parecía que se alejaban un poco más en lugar de acercarse.

Veía la duda en los ojos de su hermano, veía que cada vez era más grande y en él el sentimiento de culpabilidad no le deja respirar.

Dieron un concierto esa noche, le vio cantar muy animado y mirarle con una amplia sonrisa en los labios. ¿Se habría decidido ya? ¿Habrían quedado sus dudas olvidadas?

En el backstage se acerca a él, observó que los demás no les miraban y le cogió de la mano. Bill se lo permitió y también que se lo lleva aparte.

—Me parece correcto—es lo único que le dijo.

Tom sonrió muy satisfecho y le abrazó con fuerza , deseando estar a solas para darle un gran beso.

Pero la voz de David les hizo separarse. Se miraron y sonrieron deseando estar a solas más tarde. Caminaron hacia donde estaban los demás y vieron que estaban observando una revista. Se acercaron y ellos levantaron la mirada la ver sus manos unidas.

Se dieron cuentan tarde de ese detalle y se separaron al instante.

—Creo que será mejor que veáis esto—murmuró David entregándoles la revista.

Bill no se atrevía a cogerla, y fue su hermano cogió la revista que le tendía el productor. Estaba a punto de preguntar que era lo que tenían que mirar cuando ante sus ojos apareció esa foto, en la que se estaban mirando con deseo a los ojos. El maldito fotógrafo supo captar en ese instante el amor que flotaba en el aire.

Y lo peor no era eso, sino el titular que rezaba bajo la foto.

"Dos hermanos que se desean, que se aman sin remordimientos"

— ¿Quién ha escrito esta basura?—preguntó Tom muy enfadado.

—Es lo que estaba diciendo antes de que llegarais. Al parecer han robado las fotos de la sesión anterior y las han publicado en esa revista que solo cuenta chismes infundados—explicó por encima David.

Bill ahogó un grito al ver la foto. No sabía que fuera ten evidente, y ya lo sabía toda el mundo. Salió corriendo sollozando por el camino, viendo como su suelo era destruido.

Tom salió tras él tirando la revista al suelo con rabia, era como si sostenerla en su mano le quemara la piel. Le vio entrar en el baño y se coló dentro antes de que se cerrase la puerta.

Le volvió a abrazar como antes mientras que le sentía romper a llorar. Le volvió a acariciar el pelo susurrándole que todo se aclararía, rezando para que encontrara una salida a ese problema, para demostrar al mundo que su secreto era sólo suyo...






Volvieron al apartamento sin decir nada. Georg y Gustav les observaban en silencio, atentos a sus movimientos.

Bill lo notaba y eso le hacía mucho daño. Ver que sus propios amigos les rechazaban por algo que aún no había pasado. Se alejó de ellos y también de su hermano. Esa iba a ser una noche especial y alguien la había estropeado.

—Solo es una foto—dijo Tom furioso.

—Lo sabemos, no hemos dicho lo contrario—se defendió Georg.

—Pero nos habéis mirado como si fuéramos bichos raros—estalló Tom sin querer contenerse—Parece que estáis esperando algo, que nos besemos en vuestras narices para confirmarlo.

—Tom, solo son las palabras de una mente enferma—intervino Gustav tratando de calmar la situación—Nadie en su sano juicio va a creérselas. ¿Cómo os vais a amar si sois hermanos?

"Porque nos amamos demasiado, porque no nos importa que seamos hermanos"—quiso gritar Tom bien alto.

Con ese pensamiento se encerró en su habitación. Sabía que en esos momentos no podía ir a verle, darle ese consuelo que a gritos le pedía su mente. Esperaría al día siguiente, cuando los ánimos se hubieran calmado y nadie se acordara de ese incidente.

Pero una llamada les estropeó el plan, le hizo olvidar esa vida en común que nunca llegaron a empezar...

Sólo abrázameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora