3. ¿Por qué nos alejan las palabras?

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Se miraba al espejo viendo cómo sus ojos ya no podían derramar más lágrimas. Se había pasado toda la noche sin dormir, llorando por lo que todo el mundo había descubierto por una simple foto. Que amaba a su hermano con toda su alma, que no podían mirarse a los ojos sin que el amor se reflejase en ellos....

Se lavó la cara tratando de borrar su tristeza, pero eso era algo que no se iría con un simple roce.

Escuchó que llamaban a al puerta y sabía que era su hermano. Apretó los labios, si Georg o Gustav les veían juntos tan pronto pensarían que habían pasado la noche juntos, cuando eso era lo que más querían hacer pero por miedo habían tenido que pasar la noche alejados el uno del otro, con el corazón encogido por no sentir a su lado ese amor que le hacía palpitar con inmensa alegría.

Suspiró y echó a andar lentamente a la puerta cuando su móvil empezó a sonar. Eran las las 8 de la mañana, ¿quién podía estar llamando a esas horas? Lo cogió con miedo y al ver que era su madre se quedó sin habla. No pensaba que hasta ella pudiera haber llegado esa noticia, el amor prohibido de sus propios hijos.

Abrió la puerta de la habitación y le tendió el móvil a su hermano. No podía hablar en esos momentos con su madre, las lágrimas se lo impiden.

Tom cogió el móvil arrugando la frente. Vio el dolor de su hermano y se sintió muy culpable por eso. Si no hubiera dicho nada, el ver esa foto no les hubiera afectado tanto. Su hermano estaba indeciso, y el le hizo dar ese gran paso con sólo una caricia suya.

—Mamá—saludó atendiendo la llamada.

— ¿Y Bill? ¿Estás con él a estas horas?—preguntó Simone evidentemente enfadada.

—Acabo de entrar en su habitación—se justificó Tom nervioso.

Entró del todo en ella y cerró la puerta. No quería que los demás fueran testigos de la discusión que sabía que va a haber a continuación.

— ¿Puede alguien explicarme lo de la foto?—estalló Simone al otro lado de la línea.

—Es solo una foto, nada más—explicó Tom por segunda vez con tono cansado.

Miraba a su hermano mientras hablaba. Le vio encogido en la cama con la cara tapada. El cuerpo se estremecía con los sollozos, que le llegaban hasta el alma y se la partía en dos. Se sentó a su lado y le acarició el pelo con una mano mientras que se esforzaba en no gritar a su madre.

— ¿Y eso tan horrible que dice de vosotros? Dime que es mentira, que esa foto es un cruel montaje—exigió Simone desesperada.

—Esas son las palabras de una mente enferma—estalló Tom sin poderse contener— La foto es real, pero la gente ve en ella lo que no es. Estábamos posando y nos pillaron desprevenidos, no hay nada más que lo se ve...

Le hacía daño tener que mentirla, decirle que todo es falso. Que si amara a su hermano sería una locura, que debería estar enfermo por semejante atrocidad.

Cerró los ojos suspirando, había sentido a su hermano ponerse tenso a su lado. Había escuchado sus palabras y le habían hecho mucho daño. Bajó la mano para acariciarle la cara, pero Bill se dio la vuelta y se alejó de su contacto, lo que le hizo más daño todavía.

—Me da igual que las palabras sean mentiras—insistió Simone enfadada—La gente las ha leído y nos llaman los amigos para saber si es verdad. No les decimos nada porque tampoco sabemos nada. Quiero que vengáis a casa y nos deis una buena explicación de lo que está pasando.

—Pero mamá, tenemos un concierto que dar—murmuró Tom.

—Ya he hablado con David—dijo Simone para su sorpresa—Le ha parecido buena idea que paséis unos días en casa, hasta que las cosas se calmen. Y por supuesto que el concierto se ha cancelado.

—Eso dará más que hablar a la gente, creerán que si no actuamos porque tenemos algo que esconder—apuntó Tom.

— ¿Tenéis algo que esconder?—preguntó Simone asustada.

—Es una forma de hablar—murmuró resoplando Tom.

—Bueno, no hay más que discutir, os espero esta tarde—dijo Simone con firmeza—Y ahora pásame a Bill.

Tom miró a su hermano y cubrió el móvil con la mano.

—Quiere hablar contigo—explicó en voz baja.

Pero Bill sólo se limitó a negar con la cabeza. Hasta sus oídos le habían llegado los gritos de su madre, sabía que tenían que ir a verla, y prefería no hablar con ella hasta entonces.

—Ha ido corriendo al baño, no se encuentra bien y no puede hablar en estos momentos. Luego te llama—explicó Tom sin aliento cortando la llamada bruscamente.

Apartó el móvil bien lejos, parecía que estuviera su madre dentro del móvil metida y que le miraba con el horror en su cara dibujado. Se levantó y rodeó la cama, se inclinó al lado de su hermano y le apartó a un lado el pelo de la cara. Vio sus mejillas bañadas de lágrimas, vio la tristeza que de su cuerpo emanaba...y vio el arrepentimiento en sus ojos reflejados.

—No hemos hecho nada de lo que nos tengamos que arrepentir—dijo Tom con dolor.

—Hemos intentado amarnos, y yo ya me arrepiento de eso—murmuró Bill con firmeza— Hacemos daño a la gente que nos quiere, es mejor no empezar algo que pueda destrozar más vidas.

—Si me dejas mi vida se romperá en mil pedazos—soltó Tom sin poderse contener.

—Si estamos juntos el mundo se nos echará encima—insistió Bill—Nos desterraran fuera de el, mama no nos querrá ver nunca mas, le haremos mucho daño, y yo no quiero que sufra por algo que puedo evitar en estos momentos.

Cerró los ojos y se dio la vuelta en la cama, no quería hablar más con Tom. No quería verle...no quería amarle...

Tom no quiso insistir más, se levantó y salió sale de la habitación sintiendo un gran dolor en su pecho. Por las palabras de su madre, y más por las de su hermano.

Ya se había arrepentido, mientras que él le seguía amando con toda su alma...

Sólo abrázameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora