Se levantó de la cama dejando a su hermano dormido en ella. Dolía tenerle en sus brazos una vez que todo había terminado. Le pidió que le abrazara y así lo hizo, sin sospechar que sería la última vez. Porque después de su decisión, no podría volver a mirarle de la misma manera que lo hizo cuando estuvo en su interior.
Cogió sus bóxers del suelo y entró en el baño con ellos de la mano. Los dejó encima del lavabo mientras se miraba en el espejo, viendo como su cara reflejaba un dolor intenso.
"¿Por qué me has hecho tanto daño?"—pensó con dolor antes de romper a llorar.
Se cubrió la cara con las manos, no quería que su hermano le oyera llorar. Sollozó en soledad hasta que sus ojos se quedaron secos. Abrió el grifo y se lavó la cara, secándosela con una toalla, viendo sus ojos enrojecidos en el espejo.
"La vida continúa y nosotros debemos hacerlos, seguiremos caminos separados"—pensó con amargura.
Se puso los bóxers y salió a terminar de vestirse. Vio que su hermano no se había movido de la cama, en donde continuaba bien tapado y con una tranquila expresión en su dormido rostro.
Se acercó a la cama una vez vestido del todo. Debía despertarle, tenían que regresar a casa y a enfrentarse a las consecuencias de su escapada. Ya podía escuchar los gritos de su madre, más si se enteraba de lo que hablan hecho... ¡y todo para nada!
—Bill, despierta—le zarandeó por el hombro con fuerza.
Vio como protestaba en sueños y se daba la vuelta. No quería salir de su sueño, pero Tom le obligaría a hacerlo. Le había roto el suyo, que despertase a la cruel realidad en la que le había condenado a vivir.
¿Cómo iba a seguir con su vida sin recordar que hubo un momento en que llegó a rozar la felicidad con la punta de los dedos?
— ¡Bill! Tenemos que irnos—llamó en voz más alta.
Eso consiguió hacerle reaccionar. Le escuchó gemir y girarse de nuevo, mirándole mientras se frotaba los ojos con una expresión de asombro en la cara.
— ¿Estás enfadado?—preguntó Bill con voz ronca.
Tom se mordió los labios para no contestarle. Quiere gritarle que si, que le había hecho mucho daño de nuevo. Pero recordó como había llorado sobre su hombro asustado tras su acto de amor. No se merecía sus gritos, como tampoco su amor.
—Vístete, es mejor que volvamos a casa cuanto antes—dijo sin contestar su pregunta.
Caminó hasta la silla y cogiendo su ropa se la dejó sobre la cama. Murmurando la excusa de que se iba a peinar, entró de nuevo en el baño y le dejó vestirse en intimidad. No quería volver a ver su cuerpo desnudo, no si cada vez que lo hiciera viera como sus manos se lo recorrían de arriba abajo, viendo ese miembro que acarició con los dedos y le hizo estallar de placer.
Bill miraba como su hermano le dejaba solo, mordiéndose los labios. Estaba claro que se había enfadado, pero pensaba que había hecho lo correcto. No podía echarse atrás en su decisión, por mucho dolor que viera en los ojos de su hermano.
Se incorporó en la cama y arrugó la frente en un gesto de dolor. Su dolorido cuerpo le recordaba lo sucedido. Ahogó un gemido y se levantó lo más deprisa que podía, quería estar vestido cuando su hermano regresara del baño.
Se puso de nuevo su sudadera, hundiendo la nariz en ella y aspirando el aroma de su hermano. Siempre lo recordarla, jamás podría olvidarlo.
Suspiró y se sentó con suavidad en la cama a esperarle. Sabía que no se estaba peinando, que solo necesitaba unos momentos a solas para recapacitar su decisión. Solo rezaba para que no le pidiera que se echara atrás.
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Sólo abrázame
RomantikPara ellos solo son unas simples fotos para promocionar su grupo, pero hay alguien que ha visto algo más en ellas. Ve que cuando se abrazan y se miran a los ojos el deseo brilla en ellos. Ve que sus labios casi se rozan atraídos el uno por el otro...