Solo fueron unos segundos el tiempo que sus labios permanecieron unidos, transmitiendo en ese beso todos los sentimientos que por miedo no se atrevían a expresar con palabras. Fue entonces cuando la luz iluminó la oscuridad en la que se encontraban tan seguros, cuando el grito estalló en la cocina como si de un látigo se tratara, haciendo que sus labios se separaran al momento.
Pero no sus cuerpos.
Tom todavía mantenía a su hermano aferrado a su cuerpo, sus brazos le estrechaban con fuerza como si no hubiera escuchado nada, como si se negara al ver el miedo que en sus ojos brillaba al ser descubiertos por la persona menos adecuada.
—¡Tom! Suelta a tu hermano ahora mismo—gritó Simone de nuevo .
Pero él solo negaba con la cabeza, sin ver como su hermano levantaba las manos intentando soltarse en vano, como de sus labios que antes temblaban de emoción lo hacían en esos momentos llenos de miedo.
—Tom...por favor...—suplicó Bill en voz baja.
— ¡No!—gritó Tom sin soltarle.
Entonces fue su madre quien lo hizo, cogiendo a su hijo pequeño por el brazo y separándole con brusquedad del mayor, al que miraba como si no le conociera, como si fuera un extraño que se habla colado de noche en la casa como un vulgar ladrón, para robar algo que nunca jamás debería ser suyo.
El amor de su hermano.
—Sube a tu habitación—ordenó a Bill empujándole hacia la puerta.
—No lo hagas—pidió Tom poniéndose en medio.
— ¡Ya basta, Tom!—estalló enfadada Simone—Deja de empeorar las cosas.
—No hemos hecho nada—dijo con firmeza Tom.
—Os he visto con mis propios ojos—murmuró con dolor Simone—Os estabais besando.
—Le estaba consolando—insistió Tom—Dándole el abrazo que tanto necesitaba en estos momentos.
Simone volvió a coger del brazo a su hijo pequeño y le obligó a mirarle, notando como se encogía ante su mirada y como el cuerpo le temblaba por el miedo.
—Cuéntame lo que ha pasado—exigió mirándole fijamente.
Bill separó los labios para hablar, pero el miedo se lo impedía. Desvió la mirada y la fijó en su hermano, pidiéndole ayuda en silencio, viendo como negaba con la cabeza tratando de decirle que mintiera por una vez a su madre.
— ¡No le mires a él!—gritó Simone sacudiéndole del brazo—Mírame a mi y dime lo que estabais haciendo.
Bill volvió a mirar a su madre. Sentía que le debía decir la verdad, por mucho daño que le hiciera a su hermano.
—Solo...hemos juntado los labios—admitió en un susurro.
— ¡Bill!—susurró Tom decepcionado.
—Eso es un beso...y entre hermanos—dijo Simone dolida.
Soltó a su hijo y le indicó la puerta con la mano, desde la que Gordon había seguido toda la conversación sin intervenir.
—Bill, no lo hagas—repitió Tom de nuevo.
—Tom—intervino Gordon—Deja marchar a tu hermano.
Tom se apartó y le dejó pasar a su lado, viendo con dolor que no le dirigía la mirada, que se arrepentía de lo que había pasado.
Le escuchó subir las escaleras, rompiendo a llorar por el camino, cerrando los ojos ante la traición que ha cometido. Bastaba con mentir, con no decir que se estaban besando, pero la lealtad hacia su madre era muy fuerte, y por ella le había traicionado.
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Sólo abrázame
Roman d'amourPara ellos solo son unas simples fotos para promocionar su grupo, pero hay alguien que ha visto algo más en ellas. Ve que cuando se abrazan y se miran a los ojos el deseo brilla en ellos. Ve que sus labios casi se rozan atraídos el uno por el otro...