Uno🎄: Santa Claus bailando en tanga...

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⟩Evan⟨

Había estado teniendo el día más tranquilo de su vida. Habían sorteado la primera semana de diciembre y todo apuntaba a que este año por fin lograrían salir del bache que llevaban arrastrando los últimos tres, desde que el condenado COVID entró como un pequeño villano para arruinar la vida de todos, absolutamente todos. Tres años de incertidumbre para el pequeño pueblo que estaba a su cargo, había sido una época en verdad difícil. Evan quería que este fin de año todo fuera diferente. Quería que la reputación de Evergreen como uno de los pueblos más navihólicos siguiera en pie.

Quería honrar la memoria de sus antecesores, entre ellos su padre, quienes se esforzaron para lograr que Evergreen fuera un referente de las fiestas, sobre todo la navidad.

Se negaba a dejar que durante su mandato como alcalde, el pueblo y su magia se viniera a pique. Jamás se lo perdonaría de ser así.

Y todo iba de maravilla. Él y sus diferentes foncionarios se habían encargado de que cada detalle estuviera a punto. Aunque parecía que se preocupaba por nada. Confiaba en que después de años sin poder celebrar, los turistas por fin empezaran a volver en busca de agradables experiencias.

Entonces, a eso de las once, su secretaria, la señora Patricia Gordon, entró a su oficina gritando llena de alarma. Y justo detrás iba la jefa del departamento de relaciones públicas.

—¡Señor Scrooge!—La señora Gordon se detuvo en la puerta. Sus regordetas mejillas estaban tan pálidas, que solo hacía resaltar el rubor sobre sus mejillas y sobre su nariz respingona—. Oh señor Scrooge, esto es una calamidad.

—No vayamos tan lejos— dijo la jefa de relaciones públicas, empujando las gafas sobre el puente de su nariz. Era una mujer muy alta y delgada. Su nombre era Helga Nun—. Creo que no es para tanto.

—¿Cómo puedes decir tal cosa? Por supuesto que es para tanto. Una desgracia total. Oh Dios, oh Dios. ¿Qué haremos ahora?

Evan no estaba entendiendo nada. Y para ser honestos, la señora Gordon solía creer que muchas cosas eran una desgracia. Mira, está lloviendo una semana antes de lo que debería, oh Dios, es una desgracia. ¿Viste que en el super  hoy no han colocado la leche descremada con el nuevo empaque? Oh Dios mío, que desgracia. ¿Escuchaste que el pequeño Tommy Warhol perdió uno de sus lindos dientecitos de conejo? ¡Oh Dios mío, que desgracia!

Con ella era difícil saber cuándo era una verdadera desgracia. Y no es que Evan quisiera ser un idiota al respecto, le tenía mucho cariño. Era un infierno de secretaria, estaría perdido sin ella. Pero quería estar seguro de que había una verdadera razón para preocuparse antes de perder la calma, muchas gracias.

—Mis encantadoras damas — dijo poniéndose de pie para rodear el escritorio. Fue un poco más difícil hacerlo, había ganado unos cuantos kilos más después de acción de gracias. Lo suficiente para que su abdomen se vieran un poco acolchado—. Por favor, guarden la calma y expliquen lo que está sucediendo. Estoy seguro de que podemos solucionarlo.

—Es horrible, señor Scrooge— la señora Gordon se llevó las manos al pecho, viéndose tan afectada que Evan empezaba a ponerse de los nervios. ¿Y si algo realmente malo había ocurrido? Por favor no. Todo iba demasiado bien como para que de pronto algo malo sucediera.

—Yo digo que es un problema, pero no algo que amerite entrar en un estado de alarma—. Helga se acercó sosteniendo una tableta electrónica. Jamás verías a Helga Nun sin esa cosa en sus manos. Podría perder a su perro unas tres veces al año, pero jamás la tableta electrónica—. Es sobre las reseñas en nuestro sitio web.

—¿Qué pasa con eso?— preguntó alisando las manos sobre su chaqueta de traje—. Oh, no me digas que de nuevo está dando problemas para dejar comentarios.

El Muérdago No Apesta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora