⟩Evan⟨
Se paró frente a la puerta del ayuntamiento, esperando a que sus invitados llegaran. En parte estaba muy curioso sobre cómo sería este hater que les había causado tantos problemas. Quería creer que era un hombre tan desagradable como su comentario hacia Evergreen, y a la vez se sentía culpable porque no quería ser mezquino al respecto.
—Buenos días alcalde— saludó uno de los consejales que iba de salida, abrigado en un anorak como no podía ser de otra manera, con el frío jodido que hacía.
Aunque ciertamente cada uno de los residentes de Evergreen amaba el clima nevado, de lo contrario el pueblo hubiera quedado vacío hace mucho. Estaban en un terreno montañoso, por lo que el invierno era pesado, más no paralizante como sucedía en muchos otros lugares en los que incluso las carreteras quedaban desabilitadas a causa de la gruesa capa de hielo y nieve que se formaba en los caminoss durante las peores ventiscas.
—Sigo creyendo que deberíamos darle una bienvenida con bombos y platillos a ese ser malévolo.
—Aaah— dio un respingo y casi resbaló del primer escalón a causa del susto—. Patricia, no me sorprendas de esa manera.
—Perdón, creí que me escuchó llegar.
Ella tenía razón y Evan no sabía cómo es que se había perdido la llegada de su secretaria, con el repiqueteo inconfundible de sus tacones contra el suelo. Tenía un ritmo particular, taptap-pausa- taptap, a veces le parecía que caminaba dando saltitos. Era encantador y estaba tan acostumbrado al sonido que lo iba a extrañar cuando ella dejara de ser su secretaria. Patricia Gordon se mudaria al sur el próximo junio, luego de que se casara con su prometido. En verdad la echaría de menos.
—Ya pasa de las ocho, está llegando tarde, porque al parecer también es muy impuntual— se quejó ella inflando más la mejillas.
Apenas pasaban cinco minutos de las ocho de la noche y Evan no veía eso como el epítome de la impuntualidad, sobre todo tomando en cuenta que el hater…Ugh, Riley Noel, estaba viajando desde otro estado. Los vuelos eran impredecibles, sin mencionar que luego el camino hacia el pueblo debía tomarse con calma si no estabas acostumbrado a las curvas sinuosas. Además había nevado durante el día y los quitanieves trabajaban lento por seguridad. Entonces el que Riley Noel estuviera llegando tarde no le sorprendía tanto.
—Paciencia, mi querida señora — le sonrió amable a pesar de que sus instintos vengativos parecían más afilados que nunca—. Y recuerda que debemos mantener esto discreto, nadie estaría feliz si supiera que alguien como el señor Noel está aquí. Queremos darle una buena impresión y no que alguien intenté ahogarlo con chocolate caliente y galletitas como venganza.
—Y esa sería una manera muy indulgente a mi perecer. Yo soy más partidaria del aceite hirviendo.
—Jesucristo, espero que tu prometido sepa que no es buena idea ponerse en malos términos contigo.
—Mi Lucas es un hombre encantador. Jamás está estaría en mi lado malo.
Oh, de eso Evan podía dar fe. Lucas Krasinsky, el prometido, era un hombre bonachón que trabajaba en el equipo de obras públicas como asesor. Era todo sonrisas y besaba el suelo por el que Patricia pasaba. Evan dudaba que alguna vez quisiera ponerse en el lado malo de ella, Lucas sin duda se sentiría culpable al instante y trataría de compensarlo a la menor oportunidad.
No tuvo tiempo de mostrar su acuerdo en voz alta, ya que una camioneta todo terreno de color negro se acercó al parqueo frontal del ayuntamiento. No la había visto antes y por lo general los turistas no solían aparcar ahí, así que se hacía una idea de quién era la persona que viajaba en el vehículo. Hora del show.
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El Muérdago No Apesta©
RomanceUn pueblo que ama la navidad. Un hater que odia la navidad. Un comentario en redes sociales que se salió de control. Y un alcalde dispuesto a salvar la reputación de su pueblo. ¿Qué podría salir mal? NO Copias NO Adaptaciones TODOS los derechos re...