Ocho🎄: A solas

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⟩Rud⟨

—¿Qué estás yendo a dónde?— preguntó viendo a su hermano vestido para salir.

—Aw, vamos Rud. Dijiste que no me tratarías como un niño. Y justo ahora me ves como si fuera un mocoso que está tratando de escaparse de casa— se quejó el chico con un mohín de inconformidad—. Solo iré a pasar el rato con Efry Carlton.

—Efry Carlton— no pudo evitar el mordisco en su tono. 

No es que quisiera ser un idiota al respecto o que creyera que Riley no podía hacerse su propio juicio sobre las personas. Tampoco creía que fuera totalmente ingenuo, pero si era propenso a esperar lo mejor de las personas incluso si un montón de veces le habían decepcionado. Y bueno, no conocía bien a este Efry para asegurar que era un buen chico. Evan decía que estaba bien, que el chico era amable y hasta el momento nunca había dado problemas que lo pusieran en una lista negra o algo parecido. Aún así, Rud no podía dejar de sentirse aprensivo.

Además tampoco conocían el pueblo, por muy lindo que fuera, dejar a su hermano solo por ahí le retorcía las entrañas. ¿En verdad era así de sobreprotector? Porque no le gustaba en lo más mínimo. Joder. 

—¿A dónde irán?— preguntó Evan entrando a la sala. 

Eran cerca de las seis de la tarde y habían vuelto de un paseo por el mercadillo de artesanías que el pueblo montaba cada quince días en la plaza central. Así que luego de una ducha, el encantador alcalde se había enfundado en unos jogers y un jersey de punto en color crema que le quedaba holgado. No había que olvidarse de sus calcetines mullidos que tenían un estampado de esferas navideñas como decoración. Se veía tan…confortable. Rud quería atraerlo a su regazo y abrazarlo.

Se mordió el interior de la mejilla por el absurdo pensamiento. ¿Dos besos y ya estaba teniendo pensamientos tan disparatados? Eso no era propio de él y no sabía cómo hacer para que ese tipo de deseos y pensamientos se detuvieran. 

—A una cafetería en el lado norte del pueblo— la voz de su hermano lo sacó de sus pensamientos y le recordó que no podía seguir viendo a Evan como si fuera la última taza de café en el mundo—. Efry dijo que hay karaoke y otras actividades está noche.

—Ah, debe ser la cafetería de, Ruth Meyers. 'A little light' es un bonito lugar— el alcalde estaba viéndolo con una sonrisa afable—. No te preocupes, Rudolph, tu hermano estará a salvo. 

—Sì, pero…

—Ugh, puedes venir si no confias en mi— su hermano se cruzó de brazos luciendo molesto en verdad.

Y solo entonces de dio cuenta de que estaba siendo tonto. Como Evan le había dicho dos días atrás en el establo de los Carlton, no podía sobreproteger a Riley, eso no lo ayudaría a ser más fuerte o más confiado. Tenía que dejarlo tomar su propias decisiones. Aunque eso lo matara un poco por dentro. ¿Cuando fue que Riley creció tanto, eh? Parecía solo ayer cuado aún era este adolescente flacucho que buscaba su compañía a todas horas. 

Ah, pero Riley ya no era un chiquillo. Ya era un joven adulto, necesitaba independencia. 

—No, está bien. Lo siento— suspiró poniéndose de pie. Cuando lo tuvo al alcance, lo atrajo para un abrazo y luego besó su frente—. Ve, pásalo bien. Y si Efry Carlton intenta pasarse de listo, dale un puñetazo.

Riley soltó una carcajada, recuperando su buen humor.

—Ese no es el tipo de consejo que deberías darme.

—¿Y qué tendría que decir entonces?

—Uh, no lo sé, algo como…"no bebas", o "usa protección".

El Muérdago No Apesta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora