Once🎄: La vida debe continuar para llegar a la próxima navidad

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⟩Evan⟨

El año siguiente para el alcalde del hermoso Evegreen, fue agridulce, lleno altos y bajos, como una montaña rusa. No diría que fue un mal año, porque tuvo muchas más cosas buenas que malas. Pero aún así...

Los primeros meses fueron los más difíciles, con el recuerdo de un par de hermanos que habían puesto de cabeza su vida. Dos semanas fue todo lo que se necesitó para darse cuenta de lo solitaria que era su vida, porque sin importar cuántas personas lo apreciaran y cuántos amigos tuviera en el pueblo, volver a una casa vacía en dónde solo eran él y Cindy Lu, era un poco triste. Y no fue el único sintiéndose de esa manera; porque luego de tener a Riley Noel ahí como un rayo de sol y una pequeña pelota de hiperactividad, todo se sentía demasiado silencioso. Prueba de ello es que Cindy Lu se echaba junto a la chimenea luciendo miserable.

Su bola de pelos se acostumbró a tener al chico a su disposición, listo para darle mimos. Riley incluso la colaba a la habitación de invitados por las noches para usarla como oso de peluche. Cindy Lu extrañaba eso. 

Y no podía culparla. A su manera ambos se habían enamorado de los hermanos Noel. Y si Evan no hubiera tenido un montón de responsabilidades como alcalde, de seguro también se hubiera tirado junto a la chimenea sin hacer nada más que dormir. Pero no era algo que pudiera permitirse. 

Fue hasta principios de Febrero que recibió el primer mensaje de Riley. Había estado en medio de una junta un lunes por la tarde cuando su teléfono se iluminó y al ver el nombre del remitente, su corazón se volvió loco de emoción. En teoría pudo haber sido el quién enviara el primer mensaje, pero…no quería parecer desesperado por ponerse en contacto. Por lo que sabía, los hermanos Noel lo habían olvidado en el momento que pusieron un pie en Florida. 

Riley: Alcalde!!! Hola. Te extrañamos.

El mensaje iba acompañado de una foto. En ella se veía a Riley sosteniendo su teléfono en alto para una selfie. Parecía estar en el patio trasero de alguien. Había arbustos en el fondo, algunas palmeras y árboles. También…. Rudolph, quién parecía ajeno a que estaba siendo fotografiado. El mayor de los hermanos se encontraba inclinado sobre lo que parecía una especie de muro bajo hecho de piedras, su expresión de concentración era sexi. 

De sobra está decir que se quedó absorto en la fotografía, reteniendo cada detalle, hasta el más pequeño. Riley se veía muy sonriente. En cuanto a Rudolph…él se veía muy bien solo usando una camisa y pantalones de trabajo. También tenía uno de esos cinturones para herramientas atado a su cintura. Jesucristo. 

—¿Alcalde?— uno de sus concejales le llamó la atención y solo entonces se dio cuenta de que seguía sosteniendo el teléfono. Y quién sabe por cuánto tiempo lo había hecho. 

—Lo siento. Por favor sigamos adelante.

Colocó su teléfono boca abajo sobre la mesa y siguió adelante, cuando todo lo que quería era tomarlo de nuevo  para hacerle a Riley un millón de preguntas. Quería saber qué habían estado haciendo, cómo iba el negocio, si estaban bien. Quería saber si Rudolph en verdad lo extrañaba. 

Tuvo que esperar hasta llegar a su casa por la noche. Ni siquiera se quitó el abrigo antes de sacar su teléfono y por fin responder el mensaje. Y desde ese día, la comunicación se volvió constante. Con Riley al menos, Rudolph siguió manteniéndose en silencio, para su molestia. 

***

En abril, su padre por fin decidió hacer un pequeño viaje a Evergreen. Iba a quedarse un mes, fue sin duda lo mejor que le había pasado en meses. Hizo que su existencia cada vez más solitaria se iluminará por completo. 

El Muérdago No Apesta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora