Doce🎄: En el amor y la navidad, todo se vale

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⟩Rud⟨

—¡Te lo dije!— Riley  le metió un puñetazo en el hombro. No dolió pero se quejó de todos modos, solo por principios—. Debiste haberlo llamado para decirle la verdad. También para decirle que venías. 

—Ya sé, yo solo…

—¿Solo qué? ¿Esperabas que se arrojara a tus brazos?

Demonios, su hermano sí que estaba molesto, jamás lo había visto así, con el rostro rojo y sus ojos relampagueando llenos de indignación. 

—No— mintió, aunque una parte estúpida de él sí que lo había esperado.

—Carajo, Rud. Él estaba enamorado de ti, lo estaba desde que dejamos el pueblo el año pasado. E incluso intentó mantenerse en contacto contigo. Fue el primero en enviar un mensaje y siguió preocupándose por ti. ¿Y qué le diste a cambio?

—Sabes que no es tan sencillo.

—Lo hubiera sido, pero elegiste no contarle la verdad. El asumió que tu poca interacción era porque no le importabas lo suficiente. 

Se encogió en su silla debidamente regañado. Sabiendo que no había manera de negar que su hermano tenía la razón. Pero ya no servía de nada arrepentirse por las decisiones que había tomado. No era una excusa, pero desde que volvió a Florida tuvo una sucesión de desasiertos que solo parecieron crecer a medida que los meses avanzaban, como una bola de nieve rodando por una colina. La mayoría de eso estaba relacionado con el trabajo.

El negocio casi quebró por culpa de las estupideces de su socio, y Rud había estado demasiado enfocado tratando de salvar al menos su inversión. En algún punto Riley tuvo que buscar otro trabajo más estable al igual que la mitad de empleados en la nómina. Y eso a Rud le sentó muy mal. 

Se había esforzado tanto, se involucró en la administración tanto como le fue posible y aún así no pudo evitar que su socio lo jodiera todo. Había deudas, había reclamos de los clientes porque Clem, el infame socio, tuvo la grandiosa idea de usar materiales de baja cálidad para recortar costos y  al final terminó siendo un desastre. 

Como si eso no fuera suficiente también tuvo altercados con sus padres, porque intentaron acorralae a Riley de nuevo para volver al "buen camino". Está vez, fue definitivo. Rud había tenido suficiente de esa mierda intolerante. Por mucho tiempo mantuvo la esperanza de  que ellos recapacitaran, incluso si en el fondo sabía que no lo harían. Y al final tuvo que aceptarlo de la peor manera…convenció a su hermano de levantar una demanda para poder conseguirle una orden de restricción. 

Quizá el mayor error fue pedirle, casi exigirle, que no dijera nada a Evan, porque entonces lo preocuparía y el alcalde estaba demasiado ocupado en la campaña de su reelección. Quizá también estaba un poco avergonzado de que su vida estuviera volviéndose una caída libre sin que pudiera detenerlo. Su estabilidad brillaba por su ausencia y le pareció injusto cargar a alguien más con sus problemas. 

Además tenía demasiado trabajo. Logró levantar el negocio lo suficiente como para recuperar su inversión en su totalidad, sin nada de ganancias, lo cual fue deprimente. No perdió la oportunidad de tomar eso y romper lazos con Clem, había tenido suficiente de él y su irresponsabilidad. Vendió su camioneta, y con eso junto a  la inversión recuperada, terminó de pagar la hipoteca de la pequeña casa en la que vivía, con algo de ayuda de Riley, quién insistió en darle sus pocos ahorros. 

Luego pusieron en venta la casa. Consiguió un trabajo en otra empresa de paisajismo, con jornadas largas y agotadoras. Quizá lo único bueno que hizo durante todo ese tiempo fue meterse a cursos de remodelación y restauración de inmuebles. Parecía algo que podría ser beneficioso fuera a dónde fuera. Resultó agotador y costoso, porque a penas le daba tiempo para nada más que volver a casa y dormir. 

El Muérdago No Apesta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora