El Muérdago No Apesta©

Siete🎄: La maldición del muérdago

Para cuando la primera semana de la estadía de los hermanos Noel se cumplió, Evan supo que estaba en verdaderos y jodidos problemas. Y sabía que todo empezó a torcerse desde que lo dejó disfrazarse de Santa Claus para el festival de cartas. Ese día lo sacudió todo.

Algo había cambiado de manera irremediable esa noche. Quizá fue el beso, quizá fue porque a pesar de odiar la navidad y  sentirse incómodo metido en ese disfraz, Rud se había esforzado lo más posible para que los niños se fueran satisfechos. ¡Y lo logró! Entonces Evan empezó a dejar que sus ideas preconcebidas sobre el hombre no fueran tan radicales. Sí, era bastante gruñón y sonreía muy poco, pero tampoco era el ser prejuicioso y totalmente amargado que había creído. Tampoco era un ser prepotente y desagradable. 

Los días posteriores al festival de cartas y el beso, la interacción en entre ellos había tomado un matiz que aún estaba tratando de comprender. Rudolph parecía más comunicativo que antes, ya no se mantenía en silencio y al menos trataba de participar en las conversaciones que él y Riley mantenían. Incluso la noche anterior aceptó quedarse con ellos para un maratón de películas navideñas.  Ni siquiera se quejó cuando Cindy Lu se subió a su regazo y se quedó dormida ahí. 

Evan no diría que se sentía solo. Tenía amigos en el pueblo, por supuesto que sí. Sabía que solo debía sacar su teléfono y tendría una docena de personas a las cuales contactar para pasar el rato. Sin embargo, seguía siendo el alcalde y de alguna manera eso marcaba una clara línea divisoria, lo quisiera o no. 

Además, tener a esos dos hermanos es su casa fue agradable. Quedarse despierto hasta tarde charlando, reunirse para el desayuno. Hacía mucho que no tenía eso, no desde que su padre se mudó hasta Arizona. Y en verdad lo había hechado de menos, mucho. Siempre fue una persona sociable, le gustaba hacer amigos y estar en familia. ¡Los Noel no eran su familia! ¿Pero quizá podían ser amigos? 

Era un problema, por supuesto. Porque no podía bajar la guardia, sentirse tan a gusto con los hermanos y olvidarse de que se irían pronto. Solo siete días más y ellos volverían a su vida en el sur. Tal vez se olvidarían de él y de Evergreen. El único que se quedaría sería él, con el corazón roto…en muchos sentidos. 

¿Y la peor parte? Que luego de la indiscreta declaración del pequeño Franklin Mathews, todos creían que Rudolph Noel en verdad era su novio. No había podido negarlo, porque…eso significaría decirles la verdadera razón por la que los hermanos Noel estaba en Evergreen. Por supuesto, muchos ya habían leído el comentario que el atractivo hombre dejó bajo el usuario @mistletoesucks, pero nadie sabía la identidad de la persona detrás . No quería que de pronto todos sus vecinos se volvieran en contra de Rud y Riley. 

No es que los habitantes de Evergreen fueran violentos o especialmente maliciosos, pero si que eran muy celosos acerca del pueblo y no admitían que alguien tratara de poner en mal su nombre . Riley Noel dijo que existía una explicación por la cual su hermano escribió un mal comentario, y hasta no saber si era verdad, les seguiría dando el beneficio de la duda.

También seguiría siendo un buen anfitrión. No importaba si empezaba a sentir cosas por Rudolph, no importaba si se estaba encariñando con Riley, lo único que de verdad importaba era dejarles una buena impresión del pueblo, justo como se prometió cuando los invitó. 

Así que en el día número ocho de su estancia, decidió llevarlos a la propiedad de los Carlton. Era una de las familias más prósperas de Evergreen. Tenían una pequeña plantación de manzanas y algunas  hortalizas que se daban en clima templado. Durante los meses de invierno nevado, sacaban cuenta del bosquecillo sustentable con el que contaban en la parte posterior de su hermosa casa, vendiendo árboles de navidad. Y además, tenían caballos, algunas vacas, animales de corral. Incluso tenían un par de renos. Como en serio renos.