Trece🎄: En el amor y en la navidad, todo se vale (2)

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⟩Rud⟨

Jamás en su vida había estado más nervioso por salir con alguien. Y para empezar ni siquiera podía decir que aquella fuera una cita oficial con Evan. Solo estaban "tomando algo", aunque todo lo que Rud quería era llamarlo una cita. Sin embargo, no iba a presionar, porque no esperaba que el dulce alcalde aceptara estar a solas con él tan pronto.

No tengas miendo— le había dicho más temprano mientras lo veía prepararse, pasando por un montón de mudas de ropa. Lo cual era ridículo porque llevaba un abrigo encima que no era capaz de quitarse ni siquiera en el interior, no es que la bonita camisa que eligió fuera visible—. Solo sé sincero. Ve con todo, hermano. Imagina que este es el juego de tu vida.

En el fondo, una vocecita le preguntaba si no era demasiado exagerado ponerse así por un hombre con el que solo había convivido dos semanas, hacía un año. ¿Era ese tiempo suficiente para enamorarse y sentir que su vida estaba incompleta sin él? Y si era sincero, no tenía la menor idea. No era un experto en el amor. Estaba convencido de que si alguna vez tuvo sexo fue por su apariencia que solía atraer a las personas. Porque en cuanto a personalidad…no era el más sociable o el más amable. No por nada lo llamaban gruñón.

El punto es que no sabía mucho sobre relaciones y mucho menos sobre arriesgarlo todo por una persona. Dios, había vendido su maldita casa y corrido hasta este pueblo montañoso lleno de nieve solo porque echaba de menos a Evan Scrooge. Ni siquiera sabía si tenía una oportunidad real, porque aunque en ese momento lo tenía sentado frente a él en la mesa de un pub acogedor, nada aseguraba que en algún momento fuera una cita. Evan era demasiado amable, y de seguro solo por eso aceptó reunirse con él esa noche.

«Porque hiciste el ridículo en la carrera de ayer y sintió lástima por ti», se recordó tratando de no estremecerse al recordar lo que había pasado el día anterior y cómo terminó siendo arrastrado a la meta por otros dos Santas. Hablando de hacer el ridículo.

—Oye, relájate— se sobresaltó un poco cuando la mano de Evan se posó sobre la suya en la mesa. Su reacción logró que el alcalde se apartara luciendo preocupado—. No voy a gritarte o algo parecido. Así que por favor respira.

—Estoy relajado— la risa nerviosa que brotó de él decía todo lo contrario.

—Okey, es que parecías a dos segundos de correr hacia la puerta y desaparecer.

Evan desvió la vista, luciendo un poco triste y odió esa expresión en su rostro. Lo prefería sonriendo, feliz.  No había visto mucho de eso desde que volvió días atrás. Quería hacerlo mejor, pero no tenía la menor idea de cómo lograrlo sin parecer que estaba desesperado.

Excepto que lo estaba. Quería recuperar la conexión que tuvo con el alcalde el año anterior. Así que necesitaba ponerse sus pantalones de chico grande y hacer las cosas bien, para que el riesgo que estaba corriendo y el tiempo que estaba robando a Evan, valiera la pena.

Entonces recordó otro de los consejos de Riley, algo sobre ser honesto en cada momento, sobre no temer mostrar lo que sentía, pues Evan Scrooge jamás utilizaría eso en su contra. Bien entonces, era hora de hacer que las cosas empezaran a ir por el camino correcto. Tomó una respiración profunda y se preparó.

—Sí estoy nervioso— aceptó jugueteando con sus propios dedos, golpeteándolos contra la mesa y retorciéndolos entre sí—. Quiero hacer esto bien, pero me da miedo que sin importar lo que haga, no logr más que hacer el ridículo frente a ti.

Esos bonitos ojos castaños se posaron en los suyos, llenos de interés y empatía. Aún había algo de cautela en el fondo, pero también curiosidad. Además él lo estaba escuchando con atención, esa debía ser una buena señal.

El Muérdago No Apesta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora