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Amar es un sentimiento muy fuerte pero ella lo amaba y él la amaba.
En ocasiones dicen que cuando algo comienza mal, mal termina. Pero igual, si en el camino se corrige hay una gran probabilidad que todo sea diferente.
Aquellas caricias que Max le daba a Hannah la volvían completamente loca, deseosa y excitada. Nunca se imaginó que un hombre como él pudiera causar tantas cosas en ella, al mirarla, al besarla y al tenerla debajo de él. Era una mujer que no se dejaba dominar y que nadie tenía el control sobre ella pero cuando conoció al piloto todo eso cambió, se dejó llevar por esos sentimientos y por todo lo que le provocaba al grado de terminar en su cama cada vez que él regresaba a casa.
Gemía descontroladamente debajo de Max y él solo la miraba deseoso con esos hermosos ojos azules que poseía, Hannah causaba todo efecto en el neerlandés, Hannah Rossi era su completa debilidad, aunque no fuera completamente suya.
Soltó un fuerte suspiro al cerrar sus ojos y se dejó caer en el cuerpo de la monegasca quien lo abrazó después de besar su cabello, se mantuvieron así por algunos minutos sin ninguno de los dos decir nada, aquel silencio era tan cómodo después de terminar unas cuantas rondas de sexo.
—Debo irme amor — susurró y él gruñó un poco —Hablaré con mi padre hoy, debo decirle la verdad.
Se separó de la chica para mirarla con una sonrisa que empezaba a formarse en su rostro.
—¿Estás segura?, no quiero que tengas problemas con él mucho menos con Jacob, aunque lo deteste, no quiero que te haga daño — ella negó —¿Quieres que vaya contigo?
—Quiero hacer esto sola, después podrás conocer a mi padre si?, pero ahora es momento de que me vaya.
Hizo una mueca y la abrazó de nuevo.
—No quiero que te vayas cariño, aún es temprano y no hemos desayunado mucho menos nos hemos duchado.
—Si me quedo tardaremos mucho en la ducha — se rieron —Prometo venir en la noche, espérame para que cenemos juntos porque yo voy a cocinar para ti.
Besó su cuello y asintió con su cabeza.
Ambos se levantaron y la pelinegra se empezó a vestir con ayuda del neerlandés quien subió el cierre de su vestido al mirarla por el espejo, besó su hombro y Hannah le regaló una sonrisa.
—Te amo ¿lo sabes verdad?
—Lo sé y yo también te amo a ti — se dió la vuelta para mirarlo —Si necesitas algo no dudes en llamarme, no voy a salir de este apartamento y estaré al pendiente del celular, trata de ser sutil con tu padre — le sugirió —Quizás diga que está mal lo que estás haciendo pero ambos sabemos lo que tenemos, tú sabes que te amo y que nada me hará que me aleje de ti, ni siquiera tu esposo.
