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Capitulo IV

Se sentía inquieta TN, pues no sabía a donde había ido y eso le preocupaba. Desde que él dejo en claro que no le agradaban los de "su tipo" (personas ricas/nobles), ella quería quitarle de la cabeza que no todos son iguales, pero ci lo dejaba solo con la familia de su prima, solo crecería su ideología de que los de su tipo eran una basura. Su inquietud era tan notoria que el joven Héctor pregunto por su inquietud. 

—¿Qué? 

Estaba tan distraída pensando en Chimo y en esa última mirada que se dieron, que no presto atención a lo que pregunto Héctor. 

—¿Qué si le sucede algo? —volvió a repetir la pregunta Héctor. 

—Oh, no es nada—mintió la castaña con una sonrisa falsa. 

—Te notó distraída—menciono Héctor. 

Héctor es un joven apuesto de cabello castaño claro y de unos hermosos ojos verdes esmeraldas, de piel blanca como la nieve con una que otra peca visible, alto y delgado de traje café oscuro. Se podía ver a simple vista que era un chico de dinero y popular entre las mujeres. De eso no tenía duda TN, pues no podía negar que se le hacía atractivo, pero durante todo el tiempo que estaba conviviendo con él, no podía dejar de compararlo con Chimo. 

Tal vez Chimo no era muy caballeroso con ella como lo estaba siendo Héctor, pero lo que tenía Chimo y Héctor no, era su verdadera atención. Pues solo estaba siendo educada con Héctor por su familia e iba a convivir solo con él por el mismo motivo de su compromiso arreglado, pues ya le acababa de confirmar su nana que este apuesto chico, era su futuro esposo, por eso la cena. 

—Solo esta pensando en como educarme para ser una buena esposa para un chico como tú—mintió descaradamente la morena. 

Pero no lo notó Héctor, en cambio, le gusto oír esa dulce mentira. Tales palabras hicieron latir con fuerza el corazón del chico, ruborizándolo de inmediato. Ambos estaban solos junto la fuente del patio que tenía la casa de los Villavicencio, sentados en una banca admirando el cielo. Estar en ese lugar le daba vista al salón de reuniones de los Villavicencio, donde se encontraba Teodora junto sus padres viendo a la joven pareja, de igual modo estaba la nana de la chica y los padres del chico observando como se llevaban los jóvenes. Todo iba de acuerdo a su plan. Por otro lado se encontraba un chico azabache viendo desde la cocina a la joven pareja de chicos hablando y riendo entre ellos, no podía dejar de fruncir el entre cejo lo más que podía cada vez que veía como el joven Héctor tenía algún tipo de contacto con la chica. Le hervía la sangre de tan solo verlos juntos.

—Realmente es bonita la chica a quien sirves—comento una voz femenina, sacándolo de su trance. 

—No digas eso, es una chica riquilla más—comento Chimo desviando la mirada—Nada comparada con tu belleza hermanita. 

Tales palabras hicieron sacarle una sonrisa a la chica. 

—Me alegra que estés trabajando con un Villavicencio, tal vez así nos podamos ver seguido—comento la azabache sin apartar la mirada de la joven morena que sonreía forzosamente mientras prestaba atención a lo que le decía su compañía. 

Por Tí || Chimo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora