Después de los cambios y desafíos que sacudieron al grupo, Bruno se encontró a sí mismo envuelto en una bruma de emociones abrumadoras. La universidad, testigo constante de las tramas entrelazadas, presenciaba la danza íntima de la soledad que envolvía a Bruno.

En una tarde nublada, Bruno se retiró a un rincón tranquilo del campus, buscando la calma en medio de la tormenta emocional que lo embargaba. Las hojas caídas crujían bajo sus pasos, marcando la sinfonía de su propia tristeza.

Bruno: (susurrando) ¿Cómo llegué a esto?

Las lágrimas brotaron sin restricciones mientras Bruno, sintiéndose desconectado y perdido, dejó que la soledad se manifestara en sus lágrimas. La melancolía se enredó en cada rincón de su ser.

Bruno: (sollozando) A veces, la compañía de la soledad es la más dolorosa.

La universidad, un testigo silencioso, veía a Bruno enfrentarse a sus propios demonios emocionales. La trama, siempre en evolución, exploraba las complejidades de la amistad y la búsqueda de identidad.

En la distancia, Lily, preocupada por la ausencia de Bruno, decidió seguir el rastro de las lágrimas que marcaban su camino.

Lily: (suavemente) Bruno, ¿puedo acompañarte?

Bruno, alzando la mirada con ojos enrojecidos, asintió con gratitud mientras Lily se sentaba a su lado, compartiendo el peso de la soledad.

Lily: (comprensiva) A veces, necesitamos dejar salir todas esas emociones para poder seguir adelante.

Las palabras de Lily actuaron como una suave brisa, llevando consigo un sentido de consuelo. Bruno, a pesar de sentirse solo, encontró un atisbo de esperanza en la amistad que aún perduraba.

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