El hogar perdido

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Un valle hace surco en luz oscura de montañas
donde, a menudo, abro una tumba con mis manos
para enterrar el mundo arpío en sus entrañas
y obrar el culto de un estoicista hermitaño.

Vuelvo a mi hogar, por un momento, a refugiarme,
lastrando el ruido que alimento en suelo urbano
sobre el que ando y hago carrera, siempre al margen,
en la tangente de la norma, como un funámbulo.

Genio... Satán... o irreverente Ser Humano.
Llevo la máscara de Dios, siendo profano.
Mi circunstancia me hace un cínico villano
poseso de algún cartujo
que no se hizo para santo.

El monasterio al que regreso no se ostenta
más que de ruinas y naturaleza absuelta,
porque existir lleva consigo penitencia
y ya tengo otra residencia
a la que ir a dejar mi culpa.

Expresión de una psicopatología mediante versos neuróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora