Capítulo 13: Fiesta ibicenca

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7/5/2017

-No muevas la cabeza que si no, te hago daño- le digo a Bea.

Nos estamos preparando para ir a la misa del domingo, y ahora que ambas nos hemos vestido, intento peinar a mi hermana. La idea era hacerle un moñito simple, pero ella insistió en que le hiciese una trenza; a lo que yo obviamente no me pude negar. Pero la cosa no es tan fácil al tratarse de una niña de cuatro años a la que nunca se le agota la energía.

-Como no salgáis en medio segundo os quedáis aquí- grita nuestro padre desde el otro lado de la puerta, a la vez que la golpea bruscamente. Me apresuro a ponerle la chaqueta a mi hermana y salimos rápidamente, no sería la primera vez que nos encierran en casa por no acabar a tiempo.

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14/8/2021

Suspiro mirándome en el espejo, estaba arreglándome para ir a la fiesta cuando me he vuelto acordar de mi hermana. En verdad la extraño demasiado, ojalá poder ir a buscarla y salvarla de las garras de nuestros progenitores. Siempre tuvieron predilección por ella pero el temor a que le hagan daño sigue ahí. Miro al techo intentando que las lágrimas, provocadas por la impotencia de no poder hacer nada, desaparezcan y no arruinen el maquillaje en el que mis amigas se han esmerado tanto.

Unos suaves golpes en la puerta de mi habitación me sacan de mis pensamientos- ¿Ya estás lista?- la cabeza de Lando asoma por el marco de la puerta.

-En seguida salgo- contesto sin girarme- ¿ya estáis todos?

-Solo faltáis vosotras tres, llevamos cinco minutos abajo y subí a ver si necesitabas ayuda- veo como me observa a través del reflejo del espejo- ¿has estado llorando? -se acerca lentamente y gira mi cara hacia él, aparta los mechones de mi cara y mira mis ojos - ¿necesitas un abrazo?- asiento y me atrae hacia él.

Mis brazos rodean su torso y mi cabeza se apoya en su pecho. Él coloca una mano en mi espalda y otra en mi cabeza, en la cual deja pequeñas caricias que provocan una sensación rara en mi estómago.

-Siempre me encuentras en estas situaciones- murmuro contra su camisa.

-Yo encantado de encontrarte así si de esa manera te puedo ayudar- al oír esto solo puede abrazarle más fuerte, gesto que fue correspondido por el piloto.

Permanecimos en esa postura varios minutos, hasta que decidí separarme y acabar de prepararme. Una vez estuve lista salí por la puerta detrás de Lando y nos dirigimos a la planta baja. Mis amigas no tardaron mucho en bajar, y una vez estuvimos todos nos dirigimos a los coches. Charles iba al volante, acompañado por Cande y Clara; mientras que yo iría con Carlos y Lando, que sorteaban con una moneda quien conduciría.

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Llegamos un cuestión de pocos minutos, y nos bajamos del coche una vez Carlos lo aparcó. Frente a nosotros se erguía una mansión que gritaba lujo desde cualquier esquina por la que mirases. Alrededor de ella un gran jardín que la rodeaba por todos lados y que era tan grande que sus límites llegaban hasta la playa, teniendo un acceso directo a ella. La parcela estaba decorada con luces y motivos florales, con varias mesas circulares repartidas por el lugar. Camareros vestidos elegantemente caminaban de un lado a otro llevando bandejas con copas de lo que identifiqué como daiquiris, caipiriñas y mojitos. Al fondo se veía el escenario donde el DJ pincharía más tarde y unos metros a la derecha el puesto de bebidas.

Tu refugio | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora