Capítulo 16: Feliz cumpleaños

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4/11/2021

- Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz. Te deseamos, Clau, cumpleaños feliz.

Soplo las velas de la tarta frente a mí y una vez las apago todas, mis amigas aplauden para luego abrazarme, acción que me saca una sonrisa. Cortamos el pastel y lo desayunamos en silencio, es demasiado temprano para ponernos a pensar en cualquier tema de conversación.

El camino en bus a la universidad es silencioso, el barullo de la gente entrando y saliendo del transporte y el sonido del tráfico son aislados por mis pensamientos. Llevo un año en Madrid, si me lo hubiesen dicho cuando cumplí los diecisiete jamás lo habría creído. Trescientos sesenta y cinco días sin pisar mi casa, mi ciudad, sin ver a mi familia. Cuando llegué no pensé que duraría mucho, llegué a pensar que a las pocas semanas volvería a ese sitio que alguna vez llamé casa pidiendo perdón y buscando que me volviesen a aceptar bajo aquel techo, a pesar del peligro que corría allí. Sin embargo, me encontraba en el primer semestre de mi segundo año de universidad en la capital.

Landou

Buena suerte en las prácticas de hoy

8:26

Tras dos horas de Derecho Penal y otras dos de Derecho Procesal me dirigí a la cafetería del edificio. Me dirigí a una de las mesas vacías y cogí asiento. Al poco rato, María se acercó a donde yo estaba y se sentó a mí lado.

- Que buena pinta tiene ese pastel - dijo mientras con su tenedor partía un trozo y se lo llevaba a la boca - Está delicioso, ¿lo has hecho tú?

- No, no. De hecho me lo hicieron mis amigas, por mi cumpleaños.

- ¿Amigas? No sabía que tenías de eso - dijo para después reírse.

Fruncí el ceño al escucharla, extrañada por sus palabras.

- Es una broma, no pongas esa cara. Así que es tu cumpleaños - asentí - no lo sabía. ¿Que te han regalado?

- Pues, el pastel que acabas de probar - La chica a mí lado me miró, esperando a que siguiese enumerando - y ya.

- ¿Solo?

Yo me encogí de hombros, para mí era más que suficiente. No estaba acostumbrada a regalos el día de mi cumpleaños, aunque Candela se empeñaba en darme un detalle todos los años. No consideraba necesario que nadie me diese ningún tipo de presente, el simple hecho de poder pasar este día con la gente que quería me hacía sentir muy feliz.

- En mi último cumpleaños mi familia me llevó a un restaurante de dos estrellas Michelin y mis amigos alquilaron una de las discotecas más grandes de Madrid para hacerme una fiesta. Cuando volví a casa, los regalos no me cabían en el maletero del coche.

"Eso está súper bien" estuve a punto de decir, pero la pelinegra volvió a hablar.

- No te preocupes, soy consciente de que no todo el mundo tiene la suerte de rodearse de gente que se preocupa tanto por uno. Con un poco de suerte encontrarás a algunas personas que te cuiden la mitad de lo que lo hacen por mí - María puso una mano en mi hombro y me dio caricias, como reconfortándome. Yo me limité a sonreírle y seguir comiendo.

Pocos minutos después llegaron sus amigos, y se sumergieron en una larga conversación sobre algo de lo que yo no tenía ni idea el resto de tiempo de almuerzo.

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El reloj de la cocina marcaba las cuatro y media cuando llegué a casa. La mesa ya estaba puesta, y Candela y Clara ya se habían sentado por lo que yo solamente dejé la mochila en mi cuarto y me dirigí a comer. Charlamos y reímos fuertemente, y al acabar de comer mis amigas volvieron a cantarme el cumpleaños feliz. Es una regla no escrita entre nosotras, cuando una de las tres cumple años, se le canta cada vez que comemos y además no tiene que hacer ningún tipo de tarea de casa en todo el día.

Tu refugio | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora