Capítulo 10: Ibiza

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10/08/2021

Me desperezo al bajar del taxi y suelto un bostezo bastante grande, me fijo en la casa frente a nosotras. Es una pedazo edificación bien hecha, tiene un montón de ventanas y el jardín también es bastante grande.

-Venga oh, despierta- Cande pasa por mi lado y me da una colleja, a lo que yo gruño- que nos levantamos hace cinco horas.

-¡Yo me pido la habitación más grande!- grita Clari y echa a correr hacia el apartamento.

-¡De eso nada Clara!- reacciono y agarro la maleta para luego correr detrás de mi amiga.

-¡Seréis cabronas, esa es mía!- grita la que faltaba y nos sigue a toda velocidad.

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Al final, resultó que la habitación más grande ya estaba ocupada por Carlos, la segunda por Charles y la tercera por Lando, por lo que tuvimos que conformarnos con las habitaciones que quedaban; que eran más o menos del mismo tamaño. Después de sacar la ropa de las maletas y colocarla en los armarios, fuimos a investigar por la casa.

El edificio constaba de dos plantas y un garaje, que estaba dentro del recinto pero separado de la edificación principal. En la planta baja había una amplia cocina con una pequeña mesa de isla en medio, el salón era amplio y colorido, aunque no muy decorado, pues no había en él más que un sofá, una televisión y alguna que otra estantería, tenía también ventanas correderas que daban a un jacuzzi dentro del jardín al lado del cual había una gran piscina. En la segunda planta se encontraban todas las habitaciones, con dos baños y unas escaleras que daban al desván. Sin duda, se notaba quién la había escogido y quién la había pagado ( en nuestra defensa diré que no nos dieron opción, ya que cuando ofrecimos poner dinero nos lo negaron rotundamente).

Entre pitos y flautas, nos dio la hora de cenar. Llamados por la voz de Carlos, y el delicioso aroma que provenía de la cocina, bajamos todos por las escalera casi a la vez. Al asomarme, veo al madrileño con un delantal y una espátula algo manchada de aceite, vuelvo mi cabeza hacia la mesa y veo un plato con chuletas de pavo rebozadas, acompañadas con ensalada césar.

-Voilà- dice el cocinero abriendo los brazos hacia la comida que ha preparado- os aseguro que está más bueno de lo que aparenta.

-Bueno, tampoco te vengas tú muy arriba, chef- dice Candela, a lo que todos reímos.

-Tú prueba y ya me vendrás suplicando que hagas más.

Con estas palabras nos sentamos en la mesa, al tomar asiento lo primero que hago es apresurarme a servirme la comida antes que nadie, en verdad tengo bastante hambre. Cuando ya tengo la comida en mi plato no tardo mucho en dar el primer bocado y mis ojos se cierran al deleitarme con el delicioso sabor de la carne, nada más lo trago mis papilas gustativas piden más, demanda que es apoyada por mi estómago, que ruge.

-Por lo que se ve hay bastante hambre por aquí- dice Lando, que se había sentado a mi lado. A lo que yo solo sonrío con un poco de vergüenza porque haya escuchado el sonido proveniente de mi tripa.

Al terminar lo que hay en mi plato, me sirvo otro trozo y un poco de ensalada, que aunque no sea una comida que me encante debo introducir algo de verdura en mi dieta, cosa que no suelo hacer bien por pereza o bien porque hay cosas que saben mejor.

Cuando todos acabamos, recogemos la cocina y nos dirigimos al salón. Buscan alguna película en la televisión pero no encuentran mucho, por lo que acaban dejando un documental de la vida en la selva para tener algo de sonido de fondo.

-¿Qué surrealista, no?- dice Clara de repente. Lo cual me toma por sorpresa.

-¿Que en el documental salgan dos leones en pleno acto o... ?- dejo la frase en el aire pues no sé a que se refiere.

Tu refugio | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora