"Ella será la resurrección, ella resucitará al rey de los dragones"
Una vidente.
Una profecía.
Un amor fraternal.
Una magia oscura que se cierne sobre Cagmel.
Cinco elementos, un lobo y un euterpe.
Una aprendiz de vidente.
Y un deber que debe cumpli...
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No fui delicada, no lo dije con tacto. Quizás era demasiado impactante para Asia, quien, pensaba que ya no había más secretos envolviéndola. Era curioso, en casos como este te das cuenta de que las personas ocultamos más cosas de lo que nos imaginamos, llevamos un peso invisible que, poco a poco, nos impide dar más pasos, hasta el punto que, ya de tanto, llevarlo se cae y te quedas aliviada, pero esa carga cae sobre las demás personas, sobre todo en personas a las que más quieres.
No me gustaba guardar secretos, además, pensé que había sido buena idea decírselo a Asia... ¡Joder! Su mejor amiga era un ser mágico, casi extinguido y peligroso, ¿cómo no se dio cuenta antes? ¿Cómo los ogros que atacaron a Asia no percibieron el olor de Melany? Tenía que haber respuestas, respuestas que seguramente las tenía Afora. Era la que, continuamente guardaba los secretos, los llevaba encima, aguantándolos.
Esos secretos no eran sacos como el de resto, sino, como edificios, sí, esa sería la definición de lo que debe de estar aguantando Afora. Edificios cayendo continuamente a sus espaldas, sin censar, sin darle un chance para poder descansar. Ella conocía muchos secretos de Cagmel. No era un misterio saber que, la mayoría de reyes acudían a ella y les pedía favores, pero claro, aunque Afora fuera buena de corazón, su naturaleza hádica seguía estando dentro de ella. Muchos habían tenido que pagar las consecuencias. Las hadas eran bastante parecidas a los genios, siempre cobraban los favores que le debían.
No eran malas, yo las consideraba traviesas, pero nunca malas, simplemente tenían otra visión del mundo, además, las hadas tenían prohibido mentir.
Ninguna hada podía mentir, era como si su boca y su mente no le dejaban por eso, jugaban con tu mente, te decían verdades a medias o acertijos que debías acertar para llegar a lo que te estaba diciendo. Eran seres elegantes, pero al mismo tiempo, asustas.
—No puede ser que, Melany sea un ser mágico, no, me niego a creer eso —dijo Asia alterada. Me gustaría aliviarla, pero no me gustaba mentir, simplemente aparté la mirada.
—Independientemente de lo que sea, la necesitamos. No estamos hablando de un juego de niños, estamos hablando de un gran grupo que quieren destruir los reinos de Cagmel. Sé que es duro, debe de ser impactante, pero, aunque suene brusco, todos tenemos problemas y el tuyo es meramente una estupidez. Así que, sal de ese trance, no tenemos tiempo, y en mi caso, no tengo ganas ni paciencia para lidiar con esto —le soltó Yulen. Anna le golpeo en el hombro. Los ojos de Asia fueron hacia él.
Este se mantuvo sereno, cruzándose de brazos, mirando a Asia con dureza. Para mi sorpresa, ella asintió. La capacidad de Yulen de decir las cosas tal cual eran, nos daba la motivación para salir del trance que, la mayoría de personas entrabamos, si bien es cierto de que sus palabras solían ser duras, también hay que decir que, gracias a él, la mayoría de veces sales del estado de shock y te enfrentas a lo que está por venir.
—¿Has pensado en hacerte psicólogo? Seguro que eres el único que consigue que la persona se sienta peor —suspiró Asia. Este se encogió de hombros: —Seguramente me estés insultando, pero, como desconozco la palabra que has dicho, no me lo voy a tomar a malas. Además, la gente suele querer que le digan la verdad con suavidad, pensando que así le van a ayudar o calmar, pero, cariño, las cosas no son así. Esto no es tu mundo humano, y aquí no estás en tu burbuja protectora que te han creado los de tu alrededor, no, esto es una puta guerra que está viniendo, así que, como reina que eres, deja de sentir y muestra de quien eres hija... No hagas que tu madre se decepcione de ti —le dio la espalda. Aston gruñó, casi se abalanzó sobre Yulen, pero se lo impedí.