Capítulo 41

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Corrí por el sendero del lugar

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Corrí por el sendero del lugar. Oí los pasos que estaban detrás de mí, pero no me alteré; sabía que se trataban de los familiares. Esta mañana, cuando nos habíamos despertado, habíamos visto en el salón a nuestros familiares en su forma humana. Según nos habían relatado, era para que los humanos no se escandalizaran por su presencia. Purpurina había sido el primero en aparecer, en buscar a Anna, y el primero que suspiró aliviado al saber que ella estaba bien. Altair le prometió que no le iba a pasar nada, pero conocía a Purpurina y sabía que él no se fiaba de nadie que no fuera él para velar por la seguridad de Anna.

El segundo en hacer acto de presencia fue el golem de Yulen. Al principio, estuve dubitativa; era apenas un niño de unos cinco años, pero cuando Yulen lo vio, el golem se abalanzó inmediatamente hacia él. El tercero fue el de Acua: elegante, perfecto, miraba a todo con cierta duda, como si estuviera analizando lo que lo rodeaba, como si estuviera ideando algo en su mente. El cuarto fue mi fénix, hermoso y alegre, que me miraba con cierta pena; seguramente se había enterado de los acontecimientos y de lo que había pasado. El último fue Zorelix. No supe cómo reaccionar ante él. Estuvo buscando a Asia por horas, tanto en la casa como en el exterior; se había negado a aceptar que Asia había desaparecido, que había sido secuestrada.

Cuando se enteró de la realidad, fue un momento de gran tristeza. Zorelix lloró y gritó hasta quedarse sin voz, suplicando que le dijéramos que era mentira, que era una broma pesada que le estábamos haciendo. Pero no pude decirle eso; simplemente aparté la mirada y lloré en silencio, deseando poder cambiar las cosas y anhelando que Asia estuviera aquí, con Zorelix abrazándola.

Por eso, los familiares habían acudido en nuestra búsqueda. Cagmel estaba empeorando; las cortes estaban cayendo y nuestros reinos estaban acogiendo a las cortes más pequeñas, enfrentándose a los ejércitos enemigos que venían. Todo era un caos; Elyan estaba logrando que el reino de Cagmel y el de los seres humanos cayeran bajo su poder.

Gracias a ellos, nos enteramos de que los demonios que nos atacaron seguían en la zona, buscando al dragón de la nieve. Al parecer, estaba aquí, pero nadie había dado con ella; estaba bien escondida, cosa que agradecí. Al menos sabía que nuestros enemigos no la encontrarían con tanta facilidad.

En esos momentos, estábamos buscando a los demonios; los habían dejado sueltos y sin vigilancia, y solo los dioses sabían lo que esos seres podrían llegar a hacer. Habíamos notado su presencia no muy lejos de donde nos hallábamos. Sentí esa fuerza que me envolvía por completo, ese miedo y ese deseo que me desconcertaban. ¿Por qué estaba sintiendo eso? Entonces caí en una idea, pero la descarté rápidamente, deseando que no fuera así, que solo fuera fruto de mi imaginación, que Elyan no había llegado a resucitar a los siete pecados capitales.

—¿Sabéis algo más? —le pregunté a Zorelix, que estaba saltando de rama en rama. Este se giró.

—No son buenas noticias —dijo con seriedad; aún se podía ver el dolor en sus ojos, el miedo y la rabia.

La Reina del Fuego-Segundo libro De La Saga: Elementos- Editado 1ª vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora