Capítulo 24

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"—Jormunad, ¿existe la gente inocente? —mi hermano me miró con cariño

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"—Jormunad, ¿existe la gente inocente? —mi hermano me miró con cariño. Acarició mi pelo con cuidado.

—Creó que sí que hay gente inocente, al igual que creo que hay gente malvada —noté como me cogía en brazos. Acomodando mi cabeza en su hombro le miré:—¿Cómo sé quien es inocente o no? —pregunté jugueteando con el pendiente que tenía en su oreja izquierda.

Se lo habían regalado mamá, cuando consiguió pasar las pruebas para ser rey de los dragones, decían que, si te daban ese pendiente significaba que eras digno de ser el rey de los dragones. Contemple la piedra rojiza envuelta con la figura de un dragón de color amarillo, que abrazaba a la piedra como si fuera suya.

—Los ojos hermanita, los ojos. Los ojos son la puerta al alma —dijo depositando un beso en mi coronilla.

Desde ese día, siempre miró a los ojos, porque, como decía mi hermano, los ojos eran la puerta al alma, y con ellos podíamos saber quien eran merecedores de un castigo"

Attor me miró extrañado. Me había quedado embelesada en mis pensamientos. Los recuerdos de mi hermano a veces venía con tanta fuerza que abrumaba, aparecían de un momento a otro, como si alguien me las estuviera mandando para mandarme señales, pero dudaba que fuera eso. A pesar de que había pasado tiempo desde la muerte de él, no lo había superado.

Aún extrañaba estar a su lado, extrañaba sus consejos, sus bromas, sus cuentos para hacer que me durmiera, extrañaba todo eso, extrañaba a mi hermano.  A veces soñaba con que, lo que le había pasado no era cierta y que, aún se encontraba viajando por el mundo de Cagmel, liberando batallas y ganando todas ellas, pero, a pesar de que pensara eso, sabía que no era cierto, que él ya no estaba conmigo.

—Debemos ir más rápido, ¿puedes Attor? —preguntó Asia con evidente nerviosismo. Él le miró y sin dudarlo, fue aún más rápido de lo que me pude imaginar. 

Antes de que me diera cuenta llegamos a una especie de puerta de roble de color verdoso. Podía ver como moho cubría la puerta, impidiendo que pudiera ver los dibujos que estaban tallados en ella. Me percaté de que no había guardias en la puerta, algo que no me causo buena sensación pues, eso implicaba que el rey de este sitio nos esperaba y posiblemente nos hubiera tendido una trampa.

Observé a mis compañeros por sus expresiones enseguida razoné de que ellos también habían pensado como yo, no era de extrañar, era tan evidente que, hasta un bebé se hubiera dado cuenta. Suspirando, miré a Attor, de los que estábamos presentes era el único que conocía este sitio como la palma de su mano. Pero había algo en su expresión que me indicó que algo no iba bien. Su rostro hizo una mueca de dolor, como si algo estuviera apretando con fuerza de él. Miré a todos lados, en busca de la posible causa, cuando, de repente lo divisé. Hay estaba, detrás del gran dragón, con una sonrisa cínica maliciosa, y sus ojos, esos ojos deseosos de sangre de acabar con sus enemigos.

La Reina del Fuego-Segundo libro De La Saga: Elementos- Editado 1ª vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora