Capítulo 33

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"—Hermanito, ¿Cómo son los humanos?

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"—Hermanito, ¿Cómo son los humanos?

Mi hermano me miró con una ceja alzada. En esos momentos estaba en la cama, mientras él sostenía un libro y estaba sentado en una silla. Sus ojos amarillos me observaban con extrañeza ante aquella pregunta surgida de la nada. En ese instante, sonrió, y yo hice lo mismo. Con un gesto de la cabeza, me indicó que me hiciera a un lado. Con una pequeña risita, me moví, permitiendo que mi hermano se acostara en la cama. Su cabello negro y rojo se esparció por la almohada, y su sonrisa, que mostraba sus colmillos, me dijo que le había gustado la pregunta.

—Los seres humanos son fantásticos, maravillosos y bellos. He conocido a muchos de ellos, cada cual más diferente que el anterior, con sentimientos totalmente distintos a los que estamos acostumbrados. Los humanos, a diferencia de nosotros, son distintos entre sí. Los de nuestra raza, en su mayoría, son iguales: actúan igual y tienen el mismo aspecto. Pero los humanos no, los humanos son diferentes —masculló, mirando al techo. Veía cómo los dragones dorados decoraban el techo de mi cuarto.

—Tú no eres igual a los demás dragones... ni mami —dije, un poco tímida.

—No, pero es porque nosotros somos mejores —me reí y apoyé mi cabeza en su hombro.

—Eso es verdad, Jormunad. Tú eres diferente. Eres más fuerte que muchos dragones y actúas de manera muy diferente a los demás —dije sonriendo. Mi hermano era el mejor.

—Sí, quizás no soy un dragón corriente —bajó la voz—. No, porque los dragones son serios y tú eres muy divertido, y mamá es el dragón más grande de la historia de Cagmel —dije con evidente orgullo.

—Sí, eso es verdad, pero ¿sabes por qué mamá es así? —negué con la cabeza—. Mamá era el dragón más pequeño de su camada. Le costaba volar y echar fuego... era un chiste. Me contaba que apenas podía lanzar una pequeña chispa. Todos se reían de ella por eso —dijo, haciendo una pausa—. Pero un humano le enseñó lo que era la determinación, a luchar constantemente y a entrenarse para ser mejor. Así es como mamá aprendió a ser la mejor dragona de toda la historia de Cagmel. Como te he dicho, mi pequeña guerrera, los humanos son diferentes entre sí, aunque compartan los mismos sentimientos. Y de ellos, sin duda, podemos aprender grandes cosas, cosas que nos hacen mejores seres que muchos otros —asentí. 

Por eso no podía odiar a los humanos, porque mi hermano los adoraba... porque él la había adorado."

Ese recuerdo apareció en mi mente mientras estábamos frente a la discoteca que había mencionado Melany. De manera inconsciente, miré a mi hermano, quien observaba todo con desinterés, como si no sintiera nada. Una pequeña punzada de dolor se apoderó de mí. Mi hermano no era así; él solía ser sonriente, adoraba gastar bromas, y era el único dragón que ayudaba a quien más lo necesitaba sin pedir nada a cambio. Entonces, ¿qué había pasado con él? ¿Qué había sucedido con la imagen que yo tenía de mi hermano? Aquel que pasaba horas explicándome algo que no entendía, o que se molestaba en enseñarme cosas a pesar de la diferencia de edad. Siempre había sido un excelente profesor y un gran hermano.

La Reina del Fuego-Segundo libro De La Saga: Elementos- Editado 1ª vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora