<<Los ángeles son seres capaces de enterrar la oscuridad>>.
Esas palabras pasaron fugaces por mi mente. La luz de los ángeles era única, la misma que acababa con la oscuridad y mantenía a raya a los demonios, a los perros de las sombras y a los diversos seres que nos atacaban. Me quedé mirando el cielo; las grandes alas blancas de Yulen brillaban bajo el sol, haciéndome entrecerrar los ojos por lo intensa que era la luz. Me recordaba a una gran bola de fuego: inmensa, brillante y letal. La expresión de Yulen era seria, irradiaba dureza. Se podía sentir su rabia, su odio y su deseo de acabar con todos.
—Por los dioses —escuché la voz de Anna, quien miraba con los ojos brillantes de admiración.
Los demonios maldijeron. No creían que Yulen tuviera poderes angelicales, a pesar de que todo el mundo sabía que su padre era un ángel.
—¿Qué va a hacer? —preguntó Anna con curiosidad.
No lo sabía, pero supuse que Yulen estaba utilizando sus poderes para acabar lo más rápido posible con los demonios. No era la mejor opción, ya que no estaba segura de si él controlaba del todo esa magia angelical. Siempre había evitado usarla, como si la rechazara. Pero, conociendo ahora la historia de su familia, comprendía por qué renegaba de esa parte de sí mismo. Detestaba usar ese poder maldito, esa condena a ser perfecto, a ser puro de corazón. Todo era una mentira. Yo había visto ángeles cometer atrocidades, pero nadie se atrevía a decirles nada, pues en el mundo de Cagmel, eran considerados seres dignos de respeto.
Yulen miró a la horda de demonios, desafiándolos con la mirada. Vi cómo algunos, tal vez los más sensatos, retrocedían, comunicándose entre ellos. Si eran inteligentes, todos los demonios se retirarían. Aunque Yulen era solo uno, podía enfrentarse a ellos sin problema. En ese momento, deseé tener ese poder para ayudarlo. Sabía que si lanzaba alguna llamarada, solo lograría enfurecer a los demonios. Pero tal vez podría intentarlo. Al fin y al cabo, yo era una elemental, uno de los seres más poderosos de todo Cagmel, después de los dioses. Sin embargo, como cualquier ser, teníamos nuestras limitaciones. Algunos eran más fuertes que los elementales, y ángeles y demonios estaban entre los seres más poderosos de Cagmel.
Asia, en la otra esquina, estaba rodeada por seis demonios que habían ignorado a Yulen. Claramente querían llevársela viva, la necesitaban intacta. No le harían daño, al menos no aún. Melany se unió a ella rápidamente. Ambas se miraron, y supe lo que iban a hacer. Maldije para mis adentros; Asia y Melany eran así, siempre dispuestas a sacrificarse como señuelo para descubrir dónde las llevarían. Pero no había garantía de que no las mataran una vez que consiguieran lo que esos demonios deseaban.
—¿Nos quieren? —escuché a Asia susurrar, mostrándose serena ante la situación.
—Te necesitamos con vida —respondió uno de los demonios. No logré escuchar nada más.
Yulen, ya en todo su esplendor, comenzó a concentrar su energía. La luz que emitía crecía a medida que acumulaba poder. Me quedé observándolo más tiempo del necesario, como si fuera la primera vez que presenciaba algo así. De repente, una luz cegadora cubrió toda la zona, acompañada por los gritos desesperados de los demonios. Los perros de las sombras desaparecieron junto con los demás demonios. Sin embargo, no nos dimos cuenta de algo crucial: cuando me giré, vi que los demonios que acechaban a Asia y Melany ya las habían capturado. Las habían tomado de las manos y se las habían llevado. No tuve tiempo de reaccionar, ni de moverme más rápido.
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La Reina del Fuego-Segundo libro De La Saga: Elementos-
Fantasia"Ella será la resurrección, ella resucitará al rey de los dragones" Una vidente. Una profecía. Un amor fraternal. Una magia oscura que se cierne sobre Cagmel. Cinco elementos, un lobo y un euterpe. Una aprendiz de vidente. Y un deber que debe cumpli...