Capítulo 7

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-Un poco más abajo.

La miro inexpresiva y ella recoge sus hombros.

-Si lo bajo más se me verán las tetas.

Me mira como si hablara incoherencias.

-Esa...- suspira. - esa es la idea Aurora.

-Cállate ridícula. – me arreglo el vestido y busco unos zapatos entre los que compré.

Nos terminamos de maquillar a los cuarenta minutos después y me surge una duda.

-¿Las hermanas D'angelo irán?

Romina guarda silencio y su rostro se entristece.

-Están de luto, Aurora.

Dejo el lápiz labial de lado y observo con un signo de pregunta en mi rostro a la castaña.

-¿Qué?

Suspira y se levanta de la cama.

-Hace un tiempo Isabella presentó problemas de salud que solo ella y su marido sabían. Padecía cáncer en los pulmones.

Mi corazón se contrae y siento que la pena me invade.

-Ella por decisión propia no quiso abordar a ningún tratamiento, era terca como una mula esa mujer, o eso se rumorea. Decía que prefería morir a quedarse sin cabello.

Me río con tristeza.

-Además de terca, vanidosa.

-Como ella sola.

Guardamos silencio por un instante y la observo, pensativa.

-No puedo creerlo, ¿por qué no se supo nada luego de su muerte?

-Ellas decidieron alejarse y que nadie les diera el pésame.

-Pero...

-Hace poco las vi comprando, y se veían en paz, se notaba que solo necesitan tiempo y que entienden la situación, ellas fueron muy amadas y creo que de a poco se han ido mejorando. No están solas, y lo saben.

-La muerte de una madre presente debe ser lo más doloroso que hay en esta tierra Romina.

-Las D' Ángelo son mujeres que ven diferente la muerte Aurora, y eso está bien, es algo respetable.

Niego, pues aún siento que deberían estar rodeadas de amor y contención.

-Isabella les entregó una educación distinta, era una sicaria reconocida y ovacionada mundialmente, ¿crees que ven la muerte de una manera parecida a nosotras?

-No. – susurro.

-Su padre toda su vida recibió el inmenso amor de Isabella, y ese amor es el que ahora les entrega a sus hijas.

-Debe estar devastado. – termino de maquillarme y Romina asiente.

-En eso si te doy la razón, yo fielmente creo que Lucas no podrá volver nunca a sonreír como lo hacía con su mujer al lado. Era el gran y único amor de su vida.

Suspiramos y encogemos los hombros casi al mismo tiempo.

-Igual si gustas las puedes llamar mañana, ahora ya es tarde.

-Sí, eso haré.

Tomamos nuestros bolsos y caminamos fuera de la mansión a la limosina que nos espera paciente.

-¿Cómo era que se llamaba tu amigo?

-Miguel Ángel.

-¿Es guapo?

LUCIFER IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora