Capítulo 1

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"Te tengo la mia vita."

Esa frase que no me deja tranquila desde aquella vez en el baño.

Según las chicas, al notar que me demoraba mucho, fueron a buscarme y se encontraron con mi cuerpo tirado en el suelo.

Desperté en mi cama y días después al revisar mi cartera que ocupaba esa tarde un objeto llamó mi atención.

—Otra vez con esa mierda en la mano. — escucho a Hadara entrar a mi cuarto mientras acaricia su barriga de casi cuarenta semanas.

—Esta grande ese niñito. —apunto a su cuerpo y ella sonríe.

—Sí, cada vez se acomoda más para salir. Pero no cambies el tema.

Ruedo los ojos y ella se sienta en mi cama.

Toma el diamante y yo se lo quito rápidamente.

—Es lo único que me quedó de él. —mis ojos se vuelven a llenar de agua y cuando intenta acercarse para abrazarme, la alejo y remuevo las lágrimas de mis mejillas.

—Pero...

—Pero nada, esto se queda conmigo.

—¿No se te hace raro que después de tantos años de la nada eso vuelva a estar en tus manos? Digo, por lo que me contaron las chicas, estabas desmayada en el baño, alguien que no quería que lo o la vieras tenía que dejar eso ahí.

El anillo que alguna vez adornó mi dedo anular de mi mano izquierda vuelve a tener importancia en mi actual vida, recreando esas sensaciones que hace muchos años sentí.

Muevo mi cabeza y me levanto.

—Dame permiso. —le digo a Hadara.

—¿Para dónde vas?

—A trabajar Hadara, ¿a qué más?

—Pero Aurora si hoy me dijiste que ibas a descansar.

La dejo hablando sola y me adentro a la ducha.

Mientras me aplico la mascarilla para el cabello quedo mirando el anillo que reposa en el mueble del lavamanos.

—¡Llego visita! —escucho desde afuera y le resto importancia mientras me apresuro en lavarme.

Ya cuando estoy lista me salgo de la regadera y tapo mi cuerpo con toallas.

Me lavo los dientes y paso del baño al armario a ponerme la ropa de hoy.

Un enterizo negro que se ciñe a mi cuerpo en mi torso y va soltándose hasta llegar a mis pies.

Unos zapatos plateados de tacón y sin más salgo al tocador.

Me maquillo ligeramente y sello mi maquillaje, pues el calor es insoportable.

Arreglo mi cabello y ya estoy lista para salir del cuarto.

—¿No se te olvida algo? —salto del susto y apunto hacia donde proviene la voz con mi arma.

—¡No jodas Román!

—Los pendientes que te regalé se verían muy bien con ese atuendo.

Abre mi joyero y me los pasa.

Me los pongo y en eso se adentra al baño.

Sale con el anillo que se quedó en el mueble y me mira serio.

—Pásame eso. —se lo intento arrebatar, pero alza su mano y sus ojos atraviesan los míos.

—¿Por qué sigues con esto en tus manos? Aurora, ¿no te das cuenta que esto puede tener cualquier cosa?

LUCIFER IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora